A pesar de haber vivido tantos años en estas tierras y supuestamente conocer su clima, mi pequeño viaje a Bérriz llegó a producirme cierto desasosiego, pues en ese momento la noche estaba muy cerrada y caía tanta nieve que había veces en las que no era capaz de saber dónde estaba y por donde iba.

Además, venía profundamente sediento. Si, tal como suena. Tenia muchísima sed de silencio y de encuentro. Me sigue asombrando la cantidad de vida que da el silencio y el encuentro.

Ya no concibo mi vida sin mis paseos silenciosos y meditativos, sin esa cantidad de tiempo en la que no sé si oro o me quedo dormido y sin esas lecturas tan profundas que hasta ellas mismas marcan su ritmo de ser leídas.

Coincidir con personas que en cierto modo buscan lo mismo, se convierte en un auténtico tesoro.

Y ahí estaba yo !!!

En una de estas me encuentro con que Zacarías era recto a los ojos de Dios. Mejor dicho, Los dos eran rectos a los ojos de Dios, Zacarías e Isabel (Lc 1,6)

A los ojos de Dios, los dos eran rectos………….

A los ojos de Dios, yo también era (y soy) una persona recta. Y a partir de ese momento, se empezó a mover en mi una energía que hacía tiempo que no sentía. No me gusta mucho hablar en estos términos para que nadie piense que Dios o el Espíritu hacen cosas raras o mágicas en las personas. Sencillamente, verme de esa manera fue intenso y emocionante !!!!!

Dice el texto que Dios da a Zacarías lo que tanto quería (Lc 1, 13) y ¿que hay de mí? Pues exactamente lo mismo. Cuanto perdón se ha derramado sobre mi. Con cuanta esperanza se ha coloreado mi horizonte una y otra vez. Cuánta vida…..

Entonces…. Después de tantos años…. ¿por qué sigo siendo tan débil? ¿por qué sigue costando tanto?…

Zacarías enmudeció, Isabel no y ¿yo? Pues una de cal y otra de arena. Estaría muy bien decir otra cosa, claro que si……

En lo romántico de las letras y de las melodías, recordé lo que viene siendo ya, más que evidente. Abrir la puerta y tener fe. Creo que no hay otra forma de ir recuperando el habla………. pero no sólo en Bérriz….. ni en otros lugares donde he tenido la suerte de retirarme.

Más bien en lo sencillo y escondido que tiene el día a día, cada uno en sus labores.

Creyente, son tus pasos
el encuentro y nada más;
cristiano, no hay garantías,
se vive al confiar.
Al orar se abren las puertas,
y al volver la vista atrás
se ve la senda de la vida
por la que volver a pasar.
Poco a poco y paso a paso

Caminante no hay camino
se hace camino al andar.

El poema no es mío, el resto sí.

Luis

2 comentarios en «El silencio y el encuentro»

  1. Muchas gracias Luis por tu reflexión! Descubrirnos con esa apertura en el día a día, a veces en lo evidente y otras en lo escondido, y confiar …ahí está el secreto…Gracias!

  2. Muchas gracias Luis por regalarnos tu comentario y dejar que te conozcamos un poco más. Nos resistimos y no queremos perder el control y el dominio de sí, cuando al abandonarnos a Él, es realmente cuando lo recuperamos. Un abrazo.

Tus comentarios nos son muy útiles