Como dicen los filósofos, todo es relativo, y muchas veces nos creemos llevar un ritmo  más o menos de larga distancia  pero de pronto algo nos hace “caer en la cuenta” de lo cerca que estamos de las “cercanías”.

¿Estás segura? ¿Cómo lo mides? Algo así he experimentado esta mañana en mi tiempo preferido de silencio con el Dios del silencio y a veces de la Palabra, ya me entendéis, que no siempre nos habla, más bien yo creo nos mira. Nos espera, nos contempla. Esa mirada en medio del ruido de la ciudad, del camión de basura seguido del camión escoba… con sus potentes motores intentan cada mañana de ventana abierta, separarme de la intimidad a la que tengo que volver y volver, pero la certeza de su presencia, de su mirada cariñosa, no hay ruido, ni camión, ni nada que me la pueda alterar.

El texto que meditaba era  Gn 18,13-14: “Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Cómo que voy a tener un hijo a mis años? ¿Hay algo imposible  para Dios?…”

El contexto es de esterilidad-fecundidad. Para las mujeres del tiempo bíblico y todavía en muchas partes de nuestro mundo, se medía-mide  el valor de una mujer por su capacidad de engendrar, sobre todo varones. Muchas de nosotras y nosotros célibes, también tendemos a valorar lo que ha sido, o está siendo nuestra vida por sus resultados palpables, contables…

¿Estás segura? ¿Cómo lo mides? Me repite esa mirada bondadosa y perspicaz del que te ama, te conoce y a pesar de todo, cree un montón en ti.

Y volviendo una y otra vez al texto voy descubriendo que la pregunta no va dirigida a las posibilidades de Sara, de la Sara que tenemos dentro, sino a las de Dios.  Ahora soy yo quien le miro y como Sara, me sonrío, no de incredulidad sino de alegría, ¡qué descanso! La fecundidad no depende de mí, sino de Dios.

Las cercanías, lo familiar, no despierta  energías nuevas. Las cercanías impiden ver el futuro porque siempre hay algún árbol que impide ver el bosque, alguna miopía que autoriza hablar del realismo del presente  demasiado  ex cátedra. Y no, resulta que no. Lo que depende de Dios no se deja atrapar como pez en pecera doméstica. Lo que viene de Dios, es recorrido de larga distancia, es envergadura divina, fuerza fecunda que hace de la virgen, madre, y a la estéril le devuelve la energía para dar toda la vida que quiera, a pesar de la edad, de las circunstancias, de todas las realidades reales, realísticas que nos mantienen en cercanías.

¿Estás segura? ¿Cómo lo mides?  Lo mido con las posibilidades de Dios que son infinitas. A veces, puede ocurrir, que cuando ya no sabes por donde, o cómo, de pronto si estás en marcha larga y abierta a sentir la distancia de algo que no viene de ti por una vez, de algo que se te regala, que viene de “lo alto” del Amor, puede ocurrir, ocurre, que el Dios del silencio te anuncie que vas a ser fecunda. Por eso los textos bíblicos hablan tanto de estériles, y desiertos, porque nos es difícil creer que todo viene de Dios.

Y si le dejamos, a su tiempo, no en nuestro tiempo, cuando en su Amor es el tiempo oportuno, como a Sara nos visita en nuestro desierto, estéril y como agradecimiento por la hospitalidad, por el tiempo de acogida en tu silencio diario, un día, de pronto te dicen que tendrás un hijo, a pesar de todas las pesadas pegas de esto y de lo otro.

Y lo divertido es que si te lo crees, va y ocurre.

¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes?  ¡Ah! Jesús diría. ¡Ven y verás!  Sí, cree y verás las maravillas de Dios. No las tuyas, claro.

Te reto a que pruebes, porque confiando se cambia el mundo, y ¡hace falta! Mejor, larga distancia, entonces ¿no?

Magdalena Bennásar Oliver

 

 

2 comentarios en «¿LARGA DISTANCIA O MEJOR CERCANÍAS?»

  1. Holaaa!!! Después de leer el texto me he puesto a cantar “dejarme hacer”… que me encanta y me sugiere tantas cosas… El Amor es fuerza y razón, combustible inagotable… y efectivamente, TODO es posible. Un abrazo enorme. Iratze

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  2. Después de un tiempito vuelvo a conectar con vosotras, comunidad maravillosa, y…. que encuetro cuando abro la puerta y asomo la nariz?
    “Cercanías o lejanías”, gracias Magdalena!

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