15-02-2020

Contemplando el invierno en su desnudez, en su frialdad, en su aparente falta de vida, nos identificamos con Noemí, viuda y con sus dos hijos muertos en una tierra extraña. ¿Se puede tener una pérdida más fuerte en la vida donde además del desgarro sentimental se ha perdido el apoyo, la identidad, la posibilidad de seguir viviendo?

Rut y Noemí como tantas mujeres hoy ni siquiera tienen tierra para sembrar y poder un día llevarse un trozo de pan a la boca y salen de la tierra conocida a la tierra de Noemí donde no hay promesas de futuro sino más bien un camino apoyadas en el Dios de Noemí que le da la confianza para creer en su autoridad interior.

“Su tierra” parece estéril, sin descendencia, pero su confianza le devolverá la felicidad.

Esa tierra sólo es fértil cuando es regada con abundante agua. El agua escasea hoy en muchos lugares por la mala distribución, por el egoísmo de quienes la llenan de polución, la malgastan. Somos agua, sed y corriente de agua viva a la vez; desierto y pozo si descubrimos nuestra verdadera identidad. En el encuentro con Dios se hace posible no sólo que no volvamos a tener sed sino que nos convirtamos en fuente para los demás.

Nos hemos adentrado en la Palabra hecha carne hoy un grupo de personas de muy variada procedencia, estilos de vida, dedicaciones, sintiendo que aun así somos “uno”. El canto, la danza, los paseos por la naturaleza han afinado nuestro deseo de ser esperanza en medio del invierno. La incipiente ramita, el tímido brote de la hoja nos recuerdan que la vida está ahí empujando, y amenaza con expandirse.

Hombres, mujeres de invierno, vapuleados por mucha inclemencia y también probados en el amor, sentimos que estamos llamados a responder en este momento de paso de una Era a otra. Está en nuestras manos el unir talentos, inquietudes, propuestas. Volvemos a casa pero se han creado unos lazos entre nosotros difíciles de romper. Somos UNO.

Carmen Notario, sfcc

“Personalmente llegaba frío, seco, algo muerto y sin mucha confianza en que salieran pronto nuevos brotes en mi tronco viejo. Pero llegué, os vi, os abracé y todo empezó a cambiar. Y no va de broma ni para quedar bien. El invierno se me había metido dentro y vuestro calor empezó a fundir mis hielos. No estaba sólo.

A partir de ese primer encuentro, no me costó nada ir entrando en mi invierno interior y contemplar el milagro de la vida que nace desde dentro si trabajo bien mi tierra y quito las hierbas de mi ego. Como Rut, detecto por dónde está la vida y me pongo en camino para abrirme de nuevo y florecer.”

Angel Santamaría

“En una ceremonia muy sencilla, pero sentida y emotiva, decimos que SI nos queremos comprometer a ser cristianos, que con su forma de vivir a diario en la Galilea de cada uno, seamos capaces de escuchar, de ponernos en el lugar de los otros y transmitir que Cristo vive.

Además cada uno con una vida diferente: somos mujeres, hombres, matrimonios o solteros; es igual, todos tenemos ILUSION, FE y Ganas de trasmitir el mensaje de forma sencilla, a gente normal (como la samaritana, los discípulos y discípulas).

Pues sí, estamos contentos, muy contentos, los cuatro; las miradas, los gestos, los abrazos compartidos con tod@s. Agradecidos.

Volvemos con paz, tranquilidad, dando gracias por estar junt@s en el camino que hemos decido andar en compañía y con la certeza de que la RUAH nos guiará.”

Lidia Casado

“Un regalo. Un don.

Un impulso, que me había llevado a Haro y allí, cuando todo estaba bien, todo fluía, Juanjo a mi lado me acompañaba feliz y libre… entonces, sin esperarlo, aparece lo que creía superado: los miedos, las dudas, los egos….

¡Qué experiencia mas chula!  Permitir que salgan, que se expresen, que se manifiesten lo que también es parte de mí…. observarlos sin hacer nada, sin intentar “entenderlos” y…. oh! se esfuman. Cómo la niebla matutina, que te impide ver a tu alrededor pero que poco después desaparece y puedes ver con nitidez, con claridad….

Y experimenté entonces con nitidez, (la naturaleza fue mi maestra), estas cuatro palabras:

Confianza. Abandono. “Retiro del Ego”. Ser.”

Kika Bonet

“Mi primera sensación y que verbalicé en su momento es el haber vivido un pequeño Pentecostés. ¿Por qué? Por dos razones muy evidentes: la primera la fuerza y la energía que allí viví y experimenté, especialmente cuando danzábamos conjuntamente, que a su vez me confirma y me anima a confiar en este camino de fe; la segunda fue el entendimiento, la sintonía y sinergia que se generó, especialmente a través del silencio. A veces no hacía falta palabras, pues los rostros eran imágenes vivas de lo que algunos estábamos viviendo en nuestro interior. Aún así, todo lo compartido fue de una gran riqueza para mí.

Vivimos un momento crítico de urgencia climática, de urgencia de espiritualidad y de urgencia de comunidad. Ello supone que tenemos una gran responsabilidad especialmente aquellos que somos padres y profesores. Yo personalmente creo firmemente en el poder de la educación para potenciar la prevención y despertar conciencias para que un cambio a mejor sea posible. Es claro que eso pasa por conectarnos con la fuente, es fundamental descubrir como la samaritana que poseemos el manantial de agua viva dentro de nosotros. Que importante es creer en nosotros mismos. Pasar todo por el corazón y así ser capaces de dar vida, vida de la buena, vida plena.”

Juanjo Silvestre

Un comentario en «Contemplando el invierno»

  1. Ha quedado muy bien ¡¡¡¡¡

    Y lo mejor es lo contentos que estamos.

    Un abrazo:

    Lidia.

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