EMERGE, DE LA PASCUA, UNA COMUNIDAD PARA EL SIGLO XXI

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Cuando Lillanna Kopp se preguntó durante las sesiones del Concilio Vaticano II, ¿A dónde van? ¿Por qué se van? en su corazón de mujer y profeta estábamos nosotras y nosotros.

Ella escuchó a la Ruah. Como mujer no le era permitido hablar durante el Concilio, pero sí escuchar, rezar, pensar, estudiar, crear.

Había que actualizar todo. Era una obra gigantesca. Sin amedrentarse, asumió su responsabilidad. Y puso su persona: mente, corazón y fuerzas, al servicio de aquel momento histórico – bisagra entre el pasado oscuro ya- y la emergente nueva comunidad cristiana.

Se van, se iban, nos vamos, porque el vino nuevo es para gente nueva, para comunidades nuevas.

Corría el año 1970, era la vida religiosa, sobre todo la femenina, en USA y Canadá – donde ella se movía y facilitaba “una puesta al día”- según palabras de los Padres Conciliares, la que sufría una hemorragia de gente joven y preparada.

¿A dónde van? Se saben llamadas a vivir en profundidad los consejos evangélicos, pero están buscando algo que todavía no tiene forma, estaba en gestación en el corazón de diferentes mujeres y hombres del momento.

Y con la humildad de quien se sabe hija de Dios y empoderada hasta los dientes de una fuerza creativa, dadora de vida, -eso es lo que el celibato es-, Lillanna lanza una iniciativa, y un grupo de unas 30 mujeres dan a luz, desde su búsqueda e insatisfacción con lo existente, a una forma nueva de vida consagrada, que se abrirá también, en igualdad, al laicado.

Tendrá que ser no canónica: también las mujeres de las iglesias protestantes tienen derecho, por ello la comunidad es ecuménica: dentro de las iglesias, pero libre del control directo de las jerarquías, como Taizé, para que pueda crecer con libertad y creatividad;  para que pueda dar respuesta, sobre todo, a la demanda de cientos de mujeres preparadas, entregadas, que se sentían languidecer en estructuras cargadas de polvo y rutina de siglos.

Así nace SFCC: Hermanas Para la Comunidad Cristiana. Comunidad abierta, no canónica por ser ecuménica, colegial y profética. Una respuesta del Espíritu a un momento histórico.

Mujeres, consagradas, casadas, viudas, solteras, separadas, jóvenes, menos jóvenes…en los cinco continentes, nos llamamos Herman@s Para la Comunidad Cristiana (SFCC: Sisters For Christian Community). Desde personas con varios doctorados, jueces, empresarias, profesoras, educadoras, teólogas, médicos, cajeras, ordenadas… de todas las razas. Llegó a España hace cuatro años, a través de  Carmen Notario  y Magda Bennásar (espiritualidadintegradoracristiana.es)

Es con “temor y temblor” y mucho gozo, que hoy, en mi oración del amanecer, sentía que la Ruah, a través de las palabras de nuestra hermana y fundadora Lillanna Kopp, me decía lo mismo: ¿A dónde van? Veo multitudes asistiendo a retiros, encuentros, espacios de silencio, tantos, que nuestros obispos se ponen nerviosos porque no pillan, como jerarquía, que la gente se mueva hacia dónde se mueve la vida.

La iglesia nos dio algo de doctrina…pero no espiritualidad profunda.

Es otro paradigma. Los pioneros de la historia saben que éste es el vino nuevo del Espíritu para este momento histórico: UNA ESPIRITUALIDAD NUEVA, PERSONALIZADA, IMPREGNADA DE SILENCIO Y PALABRA, DE VIDA, DE JUSTICIA Y DE IGUALDAD.

PERO, SOBRE TODO,  ES UNA ESPIRITUALIDAD SIN GURUS. No queremos sustituir la figura del cura por la de otros. Sustituir el “oír misa” por “oír a otros y otras” si ello no nos lleva a un diálogo directo, personal y maduro con el Abba y crea un compromiso de ser Reino, de menos activismo y de más calidad de presencia, de reflexión y acción transformadora de la realidad.

El paradigma actual nos indica un camino de colegialidad e igualdad.  El peligro está en que en la búsqueda de alimento auténtico nos hagamos adictos y consumidores de textos y audios… sin llegar a encontrar cómo nosotros y nosotras, pueblo de Dios, podemos desarrollar una relación con Dios sin intermediarios, de tú a tú y desde ahí con reflexión y discernimiento, formar un modo de comunidad que nos ayude a desarrollar todas nuestras capacidades y talentos para la humanidad y para el Planeta.

Esa formación nos da la fuerza para ESCUCHAR a Dios directamente. Nos quita las inseguridades y nos abre al Espíritu que nos habla desde ese silencio habitado. Desde ahí, tenemos fuerza y motivación para abrir caminos desandados, como peregrinas; ligeras de mochila y llenas de esperanza.

Al descubrir, a través de un artículo, la comunidad SFCC, iniciamos un proceso de verificar que no era un sueño. Han sido varios años de conocimiento mutuo y de estudio orante de la idelología SFCC. Hace cuatro años que, después de dejar la comunidad a la que habíamos pertenecido 40 años, hicimos nuestro compromiso final con esta nueva comunidad.

Reconocemos que España nos resulta difícil. Después de vivir años en Australia, y sobre todo en USA…aquí la unión iglesia-estado nos ha dejado un panorama bastante desolador si lo comparamos con otros países. En USA hemos hecho pastoral universitaria, formado comunidades de fe con emigrantes jóvenes de todo Latino América, trabajado con jóvenes adultos norteamericanos y australianos, entre otras pastorales.

Pero estamos aquí,  y aquí aceptamos ser enviadas. Y portadoras de esa Vida Nueva que experimentamos a través de una comunidad donde todo se decide colegialmente después de orar y estudiar los temas a tratar.No tenemos propiedades en común para que todo nuestro ser esté destinado, como desnudez evangélica, al Reino. Cada persona trabaja para su sustento y cada persona es animada a que desarrolle los talentos recibidos para la humanidad y para el Planeta.

Vivimos la obediencia como Escucha y el celibato como amor incondicional. Esta positividad y fuerza interior nos hace sentir libres y creativas, aún en los tiempos recios que corremos.

Nos dicen algunas de las cofundadoras, “vosotras en España sois pioneras en la formación de una comunidad de talante laical, y os acompañamos como en su día lo hicimos con las fundadoras. Como ellas no sabéis por dónde, el camino se tiene que trazar, ir abriendo, paso a paso. Acompañadas por el Espìritu del Concilio y de la comunidad en todo el muno, vais abriendo camino”.

Así nace en español la Comunidad de Magdala. Adaptación lingüística y cultural del carisma original. Llevamos dos años de andadura. Está siendo un tiempo de formación y conformación de una comunidad internacional, online y presencial en nuestros encuentros, mayormente formada por mujeres laicas y exreligiosas. Es un proceso abierto. Hoy siguiendo el camino y el intento de fidelidad se mueve también entre jóvenes adultos buscadores de sentido, y también experiementamos un movimiento de fondo: un acercamiento de mujeres que, como las beguinas, viven su vida consagrada en soledad, como una más, pero con un fuego interior que no se apaga.

La luz es para que se vea, no para que se esconda como algo del pasado u obsoleto como pueden pensar quienes no sienten como su corazón arde cuando la Palabra hecha carne habita y se instala.

No ha sido ni es un tiempo fácil, y menos triunfalista. Es un tiempo de Pascua. De volver de la tumba donde dejamos los pasados oscuros para adaptar nuestros ojos a la claridad del Amor que emerge de la muerte, del sinsentido, de las preguntas sin respuesta.

Si tienes ganas de conocer más, de participar en algo, ponte en contacto.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

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