
¿DE DÓNDE VIENEN LAS CANCIONES?
En mi caso, del impacto que produce en mí, la Palabra de Dios. A menudo, tras un retiro, surge una canción. Una frase, un relato un poco versionado, escuchado en el silencio, se suele transformar en el estribillo de una canción. Así comienza a aparecer el texto.
Me gusta cantar y me gusta hacerlo en grupo. Disfruto al experimentar cómo las diferentes voces se complementan unas a otras, y se pierden individualmente para transformarse en una voz comunitaria. En mi familia, en todas las celebraciones, cantamos juntos. Y no lo hacemos mal. Cantando se crea familia y se crea comunidad.
¿Y la melodía? ¿Cómo surge?. En esto, y todavía me sorprendo de ello, parece que el mismo texto orado te lo pide. La Palabra de Dios se queda prendida dentro y ya no te deja en toda la jornada. Es un “runrún”, que no cesa, y que, de repente, ya es canción; la guitarra, unos acordes, un ritmo y ya.
El encuentro entre Jesús resucitado y María de Magdala se narra en Jn 20, 10-18. Dos frases me impactan fuertemente: “He visto al Señor” y “Ve y diles”. “He visto al Señor” porque se trata de un encuentro personal. Jesús le dice: “María”. La llama por su nombre. Yo también lo he experimentado. Ella está impactada, alegre, agradecida. La otra frase supone un envío, una llamada a anunciar que está vivo. Es la otra cara de la experiencia orante: vida y anuncio.
Así va surgiendo esta canción. Todavía es provisional. ¿El título? “He visto al Señor”. El estribillo dice:
“He visto al Señor. Él me ha llamado por mi nombre.
He visto al Señor y me ha enviado a anunciar ¡que está vivo!.
Él me ha enviado. He visto al Señor.
Él me ha enviado. He visto al Señor”.
Os dejo también una grabación provisional. A la canción le faltan las estrofas. Saldrán del relato del evangelio (Jn 20,10-18) y, posiblemente, del capítulo 3 del Cantar de los Cantares, que habla de búsqueda y de encuentro.
Cuando escuchamos una canción, que transmite una experiencia personal, nos sentimos identificados. Y si el texto está sacado de la Palabra de Dios, invita a orar, a hacer silencio, a ser escuchado, acogido y vivido. Espero que os ayude.
Vicky Ochoa, miembro de la Comunidad de Magdala
Profesora de religión jubilada.

María de Magdala ha sido un referente de diálogo constante en mi acercamiento a Jesús, un a magnífica mediadora, maestra de la amante humanidad .
La he vivido y he conectado con ella en diferentes pasajes del evangelio de mi vida, me ha hecho pisar tierra y también volar alto .
He atravesado de su mano todos los escenarios en donde la han situado y todos los personajes en donde la hemos reconocido .
He vivido con ella, con todas “ellas”, los siete demonios, la mirada de juicio y el dolorido rechazo.
He vivido también abrazada a los pies del maestro, la aceptación radical del Amado vestido de amor y perdón.
Durante mucho tiempo y en diferentes etapas de mi vida, la enfermedad, el abatimiento, la fragilidad física han frenado por completo la capacidad de desenvolverme, de trabajar en el colegio, de disfrutar, de salir a la calle…mi acontecer diario se ha visto aparentemente nublado y gris en todos los aspectos de mi vida .En esos largos días de ingreso hospitalario o de quietud obligada en casa, mi querencia interior me llevaba a buscar intuitivamente su compañía…a leer libros que hablaran de ella o a buscar en el evangelio pasajes en donde ella apareciera. (Mis más cercanos amigos me felicitan el día de María Magdalena en un guiño cómplice por el vínculo que saben siento)
Hoy comprendo y conozco el por qué :
Cuando en mis informes médicos leía “trastorno eléctrico en los impulsos del corazón” meditaba con ese diagnóstico pensando y vibrando en y con ella. ¿Camino, amo, vivo alineada con lo que mi corazón me dice? La invitación al movimiento rítmico y armonioso de “la verdad interior” la fuerza de ser auténtica y estar conectada con la sencillez de reconocerme “humanidad”, creo que es la llave que con “su evangelio ” abre el fondo inmenso de la espiritualidad que soy, que somos y a la que estamos todos invitados.
Y era ella, en sus movimientos más cotidianos en donde yo veía y veo presente ese conatus, ese impulso natural y sencillo a la “aceptación” de lo que soy tal y como soy y de lo que Él me ama así .
Caminar en fidelidad a sí misma y a lo que para cada uno sea su motor, su pasión, el gran amor de su vida, sin detenerse en los miedos y en el qué dirán permite el salto del hermoso y humano amor de requerimiento, romántico y apegado al ego a la metanoia de un Amor libre, desapropiado y eterno.
Ella ha perfumado con nardos mi dolor, mi enfermedad y mis muertes impregnando de su aroma de mujer amante, valiente y libre, abandonada y desnuda ante la Vida. Mujer apasionada fiel a la guía de su corazón .
La Resurrección la buscó a ella en el reconocimiento de esa sencillez y humildad .
No hacía ya falta tocar para amanecer, pues ella, la discípula seducida por el Amor transparenta para siempre el tesoro de la Buena Noticia.
¡Bendita sea!
Marian Sanchez