
Magdala es para mí fe viva, espíritu fresco y lluvia fina. Un espacio donde interioridad, espiritualidad y Palabra son uno. Donde somos uno.
Cada uno con su carisma, con su cruz y con su aportación única. Entre todos profundizamos en este regalo que nos libera: la Buena Nueva. Sin rituales, sin instituciones, sin tapujos, sin líos. A lo natural y a la intemperie. Como el rocío que sobre la hierba se posa y como los primeros rayos de sol que apuntan al alba.
La brisa que nos impulsa viene de antaño, de hace más de 2,000 mil años. De hecho viene de hace muchos millones de años, o mejor dicho, ha estado presente siempre.
Como joven, poder aprender a vivir y gozar de una fe adulta, valiente y viva es un regalo. Aprender y beber de la sabiduría de un grupo de mujeres sabias, buenas y atentas es una bendición. Magdala es para mí una luz, una guía que me transforma y me cura y donde me siento amado.
La Palabra, el Evangelio, me abre a la vida, me pule el ego y me vuelve a mi centro. El evangelio de San Juan que estamos trabajando y profundizando durante este curso está siendo una oda a mi interioridad, a la Vida en mayúscula. Una invitación a dejar de sobrevivir para pasar a vivir.
Cuando estamos atentos, somos humildes y abrimos el corazón, Magdala somos nosotros mismos, soy yo, eres tú.
“¿Qué buscáis? Maestro ¿dónde vives? Les respondió: Venid y Veréis” (Juan 1,38)
Xavier Miró

Foto de un lienzo pintado por mi hace unos años para ser cortado en tiras junto a otros. Aparece entrelazado en el mural que hay bajo el puente de la Salve en Bilbao. Dos mujeres una joven y otra mayor que conversan de forma relajada. Imagen de armonía, de reflexión y de diálogo. Quise reflejar el recorrido de esta parte de mi vida.
Primero recorrido largo de sufrimiento por el acoso sufrido, creando puentes en momento todavía de aguas revueltas y después remanso y agua tranquila. Quise que fuesen colores luminosos aunque aquí no parezca porque siempre he encontrado ese rayito de luz.
En este mes dedicado a María de Magdala, me llama compartir como vive en mí el espíritu de esta gran discípula, que mostró su gran Amor por Jesús. Un ejemplo de Vida.
Como ella, siempre he sido una enamorada de Jesús, de su Palabra y seguidora de su mensaje, y como ella me he sentido llamada.
Agarrada a este amor hacia Jesús he sobrellevado la etapa más difícil de mi vida, perder a mi marido porque le mataron y encauzar mi vida con un compromiso hacia los demás y en los momentos de debilidad este Espíritu me ha dado y me da fortaleza para seguir adelante.
La invitación de Jesús a perdonar, me ayudó a perdonar encontrando así mi paz interior.
Llevo años compartiendo experiencias de vida y llevando mi testimonio con un mensaje constructivo de convivencia y aprendizaje. Me enriquece y emociona sobre todo cuando hablo a alumno/as en las aulas y hacemos reflexiones de sus inquietudes y se acercan a decir alguna palabra, frase y darte un abrazo.
Termino agradeciendo a Carmen y Magdalena su gran labor y ayuda y también doy gracias, por haber encontrado en mi camino tanta gente estupenda.
Un abrazo
Mamen