Foto nuestra
Nos encontramos ante una de las páginas más bellas y más profundas de los evangelios.
Es una profesión de fe de la comunidad de Juan.
Resume la realización del proyecto creador de Dios, que abre un tiempo nuevo en la historia humana.
Es importante que visitemos el significado bíblico de algunas de las palabras clave del texto. Estos días hay tanta palabra en las liturgias que posiblemente estemos un poco saturados y nos cueste saborear la Palabra para que así, despacito nos vaya nutriendo por dentro.
Por ello les invito a acercarse al Evangelio del día de Navidad con los pies del alma descalzos y el corazón abierto al profundo misterio que celebramos.
Lo bueno es que tenemos un Tiempo de Navidad, no sólo un día de Navidad. La comunidad cristiana nos introduce con estos textos a un tiempo importante de reflexión seria sobre nuestra identidad y nuestra experiencia religiosa.
Logos: sintetiza dos conceptos del AT: el de palabra/potencia creadora (Gn 1) y el de sabiduría creadora.
El logos o Palabra formula el proyecto de Dios (sabiduría) que existía antes de la creación y la guía, y en cuanto potencia, lo realiza.
En el v1 la Palabra presenta el proyecto: la Palabra era Dios o un Dios era el proyecto. Es decir, el proyecto era que el ser humano fuese igual a Dios.
La tiniebla no lo reconoce, es decir, la ideología de la religión judía que absolutiza la Ley y el nacionalismo no acepta a Jesús porque la ideología produce “tiniebla”, que es lo opuesto a la luz.
Aceptar a Jesús consiste en darle adhesión personal en su calidad de proyecto realizado.
La capacidad de hacerse hijos de Dios supone un nuevo nacimiento.
Jesús es la expresión de la unidad de lo invisible, del logos o Palabra y de la materia o presencia humana: el logos hecho carne o humanidad.
Esta es la invitación que se nos hace a cada persona que nos acercamos a la Palabra. Se nos invita a re-capacitarnos como hijas e hijos para realizar el proyecto de Dios hoy en nuestra vida. Para ser sabiduría encarnada en nuestro entorno.
La respuesta al anhelo humano, al anhelo de luz y amor es lo que celebramos estos días.
Somos el proyecto de Dios, creado, hecho vida, e invitado a abrir ese tiempo nuevo en nuestra historia. Sé que es complicado, vivo en medio de esa complicación, pero así ha sido desde el principio.
La dimensión creadora de la Palabra que nosotras y nosotros vivimos hoy la tenemos que ir gestando en la sencillez de nuestro Nazaret cotidiano, sin luces artificiales y en continua evolución.
Hay modos de descubrir cómo ir viviéndolo y esa experiencia se da en el silencio. Yo no concibo “escuchar la Palabra” si antes no he hecho silencio interior, un tiempo suficiente como para que las otras voces y ruidos se retiren para hacerle espacio a esa Palabra que me da la vida.
Abrir un tiempo nuevo puede ser muy sencillo y muy profético. Según nos viene indoctrinando la institución este no es el momento de ordenación de mujeres, no, ahora no, tampoco es el momento de reconocimiento de nuestros sacerdotes casados por no llevar una doble vida, tampoco es el momento …
Y la Palabra nos dice algo tan distinto que yo le pido a José que nos enseñe a descifrar nuestros sueños, que como él, seamos capaces de acompañar la vida de Dios en gestación en una mujer, en una madre soltera, en un varón no ordenado por la religión judía, en una casa normal de su tiempo, de su pueblo, lejos del templo. Seguro que por ahí asoma el Jesús de hoy.
Hace unos días vi una peli donde un pequeño Mohamed de 8 años venido en patera, habiendo dejado en el mar ahogados a sus padres, es recogido de la calle una noche lluviosa, con fiebre y empapado, y él, ilegal y perseguido por la ley, fiel a su religión todos los días en su pequeña habitación, es capaz de devolver la salud y la alegría a una pareja rota por la pérdida de su hijo. ¡Cosas del Espíritu!
¡Feliz Tiempo de Navidad!
Magda Bennásar Oliver, sfcc

