CUANDO SE ACABAN LAS FAROLAS EMPIEZAN LAS ESTRELLAS

Todos tenemos lugares idílicos donde acudimos físicamente, si podemos, o visitamos mentalmente para experimentar la paz, la armonía que aquella belleza nos regala.

Uno de esos rincones “sagrados” para mí es un paseo cerca del faro de Portocolom, en Mallorca. Hace años, al urbanizarse esa zona privilegiada por estar alejada del bullicio, se pusieron farolas.

Pocas veces agradezco al ayuntamiento su desidia, pero sí en esta ocasión, porque gracias a que no cambian las bombillas que se estropean, de noche es espectacular.

Vienes andando, despidiendo con ganas las luces artificiales que te ciegan al espectáculo inimaginable que te envuelve, y vas entrando en la luz de las estrellas. En efecto, cuando se acaban las farolas, empiezan las estrellas. Y ahí, sólo el ruido del mar dialogando con las rocas y el vasto firmamento mediterráneo, lleno a tope de estrellas que llegan hasta el mar y suben y bajan, porque está lleno de ellas, juguetonas y familiares.

¡Cuánto sabe este rincón de mí, de nosotras, de vosotr@s…! Es donde he acudido a despedir a seres queridos, donde hablo con ellos, y con vosotras, que tantas veces hemos extrañado y añorado pero que por fidelidad a una invitación, hemos dejado, aunque siempre volviendo en tiempos fuertes del año, para compartir y sentir la vida junt@s. Este vosotras, incluye personas, mujeres, de diferentes lugares, con las que hemos compartido mucho, muchísimo.

Cuando se acaban las farolas, empiezan las estrellas: también así con las personas.

Qué fácil ser farola o farol, compartir lo superficial, estar ocupando un lugar, pero cegando con una presencia medio falsa la luz tenue del firmamento en la noche, en los momentos oscuros de la vida que nos reconducen a lo auténtico. La noche, si esperas a que tu retina se adapte, una vez pasadas las nubes del día a día, está llena de estrellas.

Las farolas de temporada, que el ayuntamiento no renueva, en mi vida, son tantas personas que se aprovechan de la luz para encender farolitos y opacar la luz diferente del  firmamento.

Cuando caminamos con miedo a caernos, damos la vuelta cuando se acaba la luz artificial, y así nos perdemos el Adviento de la vida, que ocurre de noche, al raso, a la intemperie, con luces de invierno y frío opaco.  Sólo l@s intrépidos dicen, un paso más, sin miedo, el cosmos me sostiene, y entro en otro registro. Allí está la luz, la auténtica, la que más se percibe, cuando menos luces hay.

La liturgia de este tiempo nos lo recuerda encendiendo una vela cada semana del adviento. Pasando progresivamente a ver con pocas luces y mucha luz de dentro, luz de más allá de las farolas y farolitos que tanto oscurecen.

Deseo que seamos estrella, luz en la noche para quien así lo desee. Para ello, tengo que dejar la seguridad de la farola, de ser farol que impide entrar en la noche.

M Magdalena Bennásar Oliver

Iglesias Domésticas II

Después de largos paseos por la red buscando cómo, dónde y con quienes vivir la aventura de una comunidad cristiana que responda al lenguaje y realidad de hoy, reconozco que lo que más me atrae y llama es ser parte de una ecoaldea donde cada uno comparte sus talentos, tengan apellido cristiano o no.

Me da pena que casi todas las que he visitado virtualmente son de corte no-religioso pero de un compromiso importante con el respeto a todo lo creado: naturaleza y personas.

Consumo responsable: ¿pobreza evangélica?

Igualdad: ¿castidad?

Suma de talentos, bienes y capacidades: ¿obediencia-escucha?

Tal vez tengan razón, tenemos que alejarnos de las toxinas de una religiosidad cultual sin compromiso para descubrir la espiritualidad-la ruah-en todo y en todos y todas.

Posiblemente los primeros monasterios y comunidades religiosas tenían mucho de esta pasión por el cosmos, respeto a la vida, al agua, a la tierra, a la madera, a los productos básicos que se compartían y consumían con frugalidad…a la vez que una dedicación importante a la escucha del Amado y de los textos que les hablaban de él.

Hoy también los hay, pero muchos están demasiado burocratizados con instituciones que en su origen eran un medio para transmitir la fe y hoy atrapan sus mentes tal vez demasiado por la preocupación que conllevan.

Aprendo de estas familias y personas que se aventuran a vivir tipo ecoaldea, con un sentido importante de solidaridad y hospitalidad, cosa que los monasterios y comunidades dicen que tienen como carisma, y de nuevo, algunos sí, pero otros…vaya que no tienen tiempo.

Aprendo de su compromiso sin necesidad de  votos ni promesas,  porque su palabra es creíble al ir acompañada de hechos.

Aprendo de su convivencia sana, de sus modos de gestionar los conflictos, acudiendo a ayudas de mediadores cuando se considera necesario en lugar de usar otros métodos más destructivos.

En fin, que creo que a nuestros niños y jóvenes les ayudaría conocer lugares así y desde ahí ayudarles a descubrir los valores más básicos y también la espiritualidad que permea todo cuando se busca vivir esos valores.

Os recordamos la invitación a convivir desde esas bases en un monasterio de Burgos del 1 al 4 de julio y quitamos el límite de edad que poníamos en la anterior reflexión porque ha molestado a alguna persona y además quedan algunas plazas. Lección aprendida.

Para más información entrad en nuestra web: www.espiritualidadintegradoracristiana.es y también llamando o por mail. Sabemos que hay gente que prefiere agosto, si vais diciendo podemos poner otras fechas en ese mes.

SOMOS MISIONERAS DE LA PALABRA DE DIOS

SOMOS MISIONERAS:

Es decir “enviadas”. Hemos experimentado una llamada de Dios en nuestra vida tan fuerte, que en plena adolescencia, en el caso de las dos, nos hizo dejar todo, para dedicar toda nuestra vida a ser respuesta agradecida a esa llamada y amor incondicional de Dios.

Nuestra llamada se configura en el contexto de una comunidad que se gesta durante el Concilio Vaticano II  y que en el año 1963 es reconocida oficialmente. Por ello el carisma y estilo de vida estarán de acuerdo con los tiempos de la segunda mitad del siglo XX, con un fuerte componente de promoción de la mujer. El carisma: oración y predicación, había sido coto cerrado, ahora el Espíritu abría puertas para que las mujeres no permaneciéramos calladas sino que también nosotras pudiéramos comunicar el mensaje del evangelio, sin necesidad de intermediarios, en sus diferentes formas.

DE LA PALABRA DE DIOS:

¿En qué se fundamenta e inspira el carisma de oración y ministerio de la palabra? La fuente de inspiración más profunda está en las comunidades cristianas primitivas, donde tod@s l@s discipul@s, es decir las personas que después de tener un encuentro personal con Jesús y ser invitados por él, le siguen para aprender directamente de él y poder enseñar a otr@s.

El seguimiento tiene una doble función: por un lado mantener ese encuentro con Jesús vivo y fresco, sería el espacio de oración personal nunca abandonado y siempre renovado, por ser la fuente y sostén de todo. Y por otro, la comunicación de esa experiencia fundamentada con estudios serios y prolongados de Teología y Biblia, actualizados a lo largo de los años con sabáticos y cursos que ayuden a madurar, ahondar y enseñar a comunicar la experiencia a diferentes culturas y edades.

ESTILO DE VIDA:

Lo normal en las primeras comunidades era la itinerancia, aunque no tod@s podían vivirlo así. También había familias o personas que no podían permitirse un estilo de vida tan desinstalado.

Al ser nuestra comunidad joven comparada con las tradicionales, casi desde los orígenes tiene el doble componente, etapas de itinerancia y otras de más estabilidad.

El objetivo es a través del anuncio del evangelio formar pequeñas comunidades de personas que inspiradas por la Palabra y el testimonio de vida de quien lo anuncia, desean orar y compartir la fe entre sí y con otr@s.

Es un doble movimiento: la comunidad se reúne periódicamente para compartir oración y vida. Es decir el encuentro con Dios a través de la Palabra que cada uno mantiene en su intimidad y que en la reunión comparte con l@s herman@s de la comunidad, y la Vida, es decir, el compromiso al que la Palabra de Dios en ti junto con la lectura de la realidad, te ha suscitado.

De todo ello se desprende un estilo de vida en el que el componente principal es un testimonio de fraternidad y sororidad con todo el cosmos, lo cual implica una sencillez evangélica en el uso y consumo de todo.

En nuestro caso, después de muchos años en el extranjero donde nos sentimos muy a gusto, nos está costando encontrar en España el lugar donde establecer un espacio un poco más estable desde donde acoger  y acompañar en procesos de crecimiento en la fe y en la tarea de crear Reino: igualdad y derecho a pan y a Dios para tod@s.

Como tantos herman@s en el mundo de hoy, nos ha tocado movernos bien porque no han acogido el carisma con agrado, o porque no se ha entendido por ser un estilo de vida diferente al de los religiosos más tradicionales que en su mayoría tienen propiedades…

Estamos deseando encontrar ese espacio-casa de Silencio y Palabra, pero no es fácil, entre otras cosas porque tenemos formación pero no recursos económicos para adquirir una propiedad o pagar alquileres altos.

Pero el Espíritu no pierde el tiempo con nosotras. Nos mueve, envía, llama, cuestiona y sobre todo ama con locura porque se fía de nuestra respuesta, y este es el máximo honor y paga al que podamos aspirar.

Aprovechamos para agradecer a tod@s aquellos que a lo largo de los años nos habéis acompañado, aguantado e inspirado con vuestra presencia y bondad. También a l@s que no nos habéis entendido, de verdad que lo comprendemos.

Y esto no es una despedida, sino una amenaza de seguir incordiando con la Palabra que últimamente, como ya vari@s habéis experimentado, está tomando dimensiones cósmicas.

¡Qué gozada!

Nos dirigimos a las comunidades de Mallorca, Madrid, Logroño y País Vasco donde residimos actualmente.

Un gran abrazo de las dos, y nos encantarían vuestras reflexiones, preguntas, aportaciones…

Hojas de Otoño-meditación

 Estaba anocheciendo, el día era gris y lluvioso. Las farolas ya encendidas iluminaban el camino húmedo y sembrado de hojas de otoño, caídas, en el suelo, pero hermosas. Como una alfombra iban suavizando el camino solitario.

Eran las hojas caídas y no el cemento lo que atraía mi mirada y animaba mi pisada a evitarlas ¡no las pises! ¡Son hermosas! Están muertas pero su presencia me acompaña en el camino.

¡Cuántos de nosotros hemos tenido que recurrir a abrazar la fe en estos últimos tiempos para despedir, con paz, a seres queridos…!

Cuando el viejo árbol de otoño, a mi paso distraído deja caer sus hojas y las deja marchar, yo puedo entristecer con ellas o sonreír porque me trasladan el guiño de los que también muertos, me acompañan en el camino.

Parques, jardines, senderos, bosques…todos llenos de presencia de aquellos que nos invitan a entrar en el silencio de las hojas de otoño que suavemente se desprenden y danzan con el viento en su último viaje.

Luego se dejan pisar para que el crujido me hable, me recuerde el aliento de la presencia.

Todo en el universo tiene un lugar, todo en el Cosmos está vivo. Todos están presentes y es la misma madre tierra la que nos lo recuerda hoy, con sus hojas de otoño que chisporrotean bajo mi pisada.

Dulce pisada que me habla de ell@s.

M Magdalena Bennásar Oliver

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