LE HABLARON DE ELLA

Me sorprende de ese texto su tono de inmediatez. Jesús tiene una tarea y no pierde el tiempo. Va “derecho”de la sinagoga a la casa. De la sinagoga donde hay demonios o espíritus impuros, texto anterior a nuestro relato (Mc 1,29-31) Jesús se dirige a la casa (oikia), espacio normal de la comunidad cristiana, donde no hay posesos, pero sí otro tipo de situación, no superada todavía hoy.
En esta casa hay una mujer postrada. ¿Conoces alguna mujer postrada en alguna comunidad cristiana?
Jesús viene de la sinagoga donde ha liberado a un poseso, liberación que la sinagoga y sus dirigentes no pudieron realizar, y sí puede realizar Jesús, a pesar y aunque fuera Sábado. Mc nos va preparando el terreno, el Judaísmo ha perdido fuerza, es la persona de Jesús, quien tiene la fuerza de acabar con los espíritus-fantasmas-sombras.
A Jesús que acababa de cargarse la normativa judía por realizar una curación en sábado,. ..a ese Jesús que proyectando algo de nuestros sentimientos actuales podríamos imaginar un poco nervioso por como se lo tomarían “ellos” los jerarcas judíos, a ese Jesús le hablaron de “ella”y él fue inmediatamente. Y entra en la casa, que posiblemente era de ella según nos cuentan los estudios de última hora y no de Simón, a quien por cierto se le llama por su nombre, en contraposición a la mujer mantenida en el anonimato. Y no sólo entra en la casa sino en la habitación interior donde yace una mujer postrada, en la casa lugar de la comunidad cristiana hay una mujer sin nombre, conocida como “la suegra de”, postrada.
Le hablaron de ella, porque sabían que para él ella, ellas eran importantes, formaban parte de su proyecto y de su familia. Le hablaron de ella porque tenía fiebre. Una fiebre que la mantenía postrada.
Las mujeres somatizamos la injusticia, la insensibilidad, la falta de consideración y de dignidad. Ella estaba vencida por la situación patriarcal, también dentro de la casa comunidad, porque donde no está la persona-presencia de Jesús sin interferencias religiosas, culturales, patriarcales, sigue la fiebre que deja postradas a muchas de ellas.
El se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Todo, toditito prohibido. Se acerca a una mujer que no es la suya, la toca…creo que en este momento la fiebre se le debió subir a los líderes judíos.
Eso que ha perdido el cristianismo de fresco, cercano, cariñoso y hasta tierno, eso lo aporta Jesús. El no le dice ¿qué haces ahí postrada, no seas vaga, venga que hay mucho por hacer…¡No! El se le acerca, rompe distancias, quita miedos y fantasmas y con la herramienta del mejor pedagogo: el cariño, la levanta de la postración y el gesto para la mujer es como que ha despertado a una vida nueva, diferente.
Recuerdo participar bastantes veces en una Eucaristía de gente de color, en San
Francisco de California. Solía ir con un grupo de jóvenes adultos americanos que nos reuníamos semanalmente en un grupo de oración y compartir. Entre ellos un brillante abogado que había sido amenazado de muerte varias veces por defender gratuitamente a gente pobre y ganar el caso repetidamente. Íbamos a esa Eucaristía porque había cariño. En la puerta de la iglesia, los del ministerio de hospitalidad saludaban a la gente, pero es que en esta iglesia, cada domingo había una señora grande, hermosa, que a cada persona que entraba le daba un abrazo y una sonrisa y un buenos días cariño, ¿cómo estás hoy?…y luego entraba el coro vestidos con túnicas preciosas, llenas de color y vida y sonriendo a toda la gente nos envolvían en el ritmo de sus cantos “sentidos”…había cariño, del principio al final. En la homilía no se dormía nadie, porque literalmente el sacerdote sacaba lo mejor de sí para comunicar a una gente que le entendiera, era un pelirrojo que predicaba como un negro, les quería…y aquella liturgia “levantaba” tanto que el grupo de blanquitos profesionales, gastaba su domingo por la mañana para vibrar con el calor de una comunidad que contagiaba y así levantaba del desánimo, depresión, aburrimiento, dolor, sin sentido. Y sí, todos y todas hacíamos cola al entrar para que nos tocara la señora de los abrazos, porque no era igual la misa, la vida , sin el abrazo de acogida, de ánimo y de contagio de ruah. Esa señora negra, o esa suegra anónima, se pusieron a servir, a servir cariño, presencia, palabra, diaconía. La gente que ha estado con Jesús tiene algo que atrae. Tiene espíritu de bondad porque andan sin fiebre, porque la fiebre le dejó a la suegra, y a mí y a ti, y a la señora negra de aquella parroquia cuyo nombre era de San Pablo naufragado, voy en serio, es verdad, cuando él le quitó la losa patriarcal y ella se pone en camino, en servicio de reino.
El ministerio del cariño, está por desarrollar, pero muchas lo viven. ¡Gracias hermanas!

 

LA FORMACIÓN DE LA TIERRA, UNA METÁFORA SOBRE LA HUMANIDAD

tierra-formacion“La tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios estaba incubando sobre la superficie de las aguas.” Gn 1, 2-3

La formación de La Tierra, nuestro planeta, me sugiere una gran metáfora sobre la evolución humana.

La transformación vivida en nuestro mundo lo largo del tiempo, me recuerda mi propia transformación, la de mi propio mundo. La serie de cambios que se producen a nivel externo o interno en el planeta, me resultan familiares, de alguna manera.

Hace 4.500 millones de años nuestro planeta comenzó a vivir varios procesos de transformación. Algunos externos, como los impactos y colisiones sufridas por asteroides y meteoritos. Otros internos, como grandes explosiones, volcanes, grietas, terremotos… La Tierra ardió durante millones de años.

Pienso que yo también estoy sujeta a procesos parecidos, externos e internos. ¿A caso no me rodean hechos o situaciones que hacen que me abra, y me desgarre por dentro? Procesos que vivo como desastrosos, pero que si los observo pasado un tiempo me doy cuenta de que traen consigo la posibilidad de un cambio, una transformación.

También La Tierra vivió momentos de calma, donde aparentemente no sucedía nada. Sin embargo, la vida se abría paso tímidamente, en lo más pequeño y de la forma más inesperada. ¿No comienzo yo también de manera tímida a abrirme paso después de resituarme ante algún acontecimiento crítico en mi vida? ¿No es en lo pequeño donde renace la vida?

¿Cómo es que nuestro planeta es tan creativo? Nunca lo había visto así, tan capaz de volver a empezar de una nueva manera, pues nunca hubo solo una: oxigeno,… agua…, trilobites,…peces…, reptiles,… dinosaurios,… primates… ¡qué capacidad de resiliencia!

Creación, destrucción, calma, creación, destrucción…

Ciclo de la transformación, de La Tierra. De mi misma.

¿Podemos utilizar entonces, la experiencia de todo nuestro planeta, para hacerla nuestra?

¿Podemos aprender que vivimos en continua transformación, pues pertenecemos a un planeta que vive así…que es así desde hace millones de años?

¿Podemos aprender a caminar dentro del ciclo?

¿Podemos entender que nuestra madre, Tierra, nos enseña con su ejemplo?

¿Podemos amarla por ello?

Resulta esperanzador saberme dentro de un ciclo. Donde todo tiene un fin, para volver al principio, pasando por la destrucción, la calma y la creación.

Josune Bejarano

“Jesús dijo a sus discípulos: Fijaos bien en la higuera o en cualquier árbol. Cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase esta generación, todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán”. Lc 21, 29-33

La mirada comtemplativa

¡ESPERA! NO CONSUMAS BELLEZA NATURAL ASÍ SIN MÁS….No dejes que te pueda la gula de ver más y más… la curiosidad de saber donde fueron tomadas estas fotos y por quién…No te dejes llevar en una palabra por la curiosidad y por el consumismo.

Es una pequeña “captura” de un lugar que no está ahí afuera …como parte de la creación para que nos deleitemos. Es algo mucho más cercano a nosotr@s mism@s. Por eso se nos invita no sólo a admirar y agradecer sino a mirar con una mirada contemplativa.

Colócate delante de ella. Déjate capturar por su belleza, deja que algo te llame la atención por algo especial y pásalo por los sentidos. Que tu mente descanse…mira los colores, la textura, oye su ruido peculiar y huele ese olor tan peculiar de los diferentes elementos de la naturaleza. Intenta no pensar…que esta visión te envuelva y te sugiera.

Carmen Notario

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CUANDO SE ACABAN LAS FAROLAS EMPIEZAN LAS ESTRELLAS

Todos tenemos lugares idílicos donde acudimos físicamente, si podemos, o visitamos mentalmente para experimentar la paz, la armonía que aquella belleza nos regala.

Uno de esos rincones “sagrados” para mí es un paseo cerca del faro de Portocolom, en Mallorca. Hace años, al urbanizarse esa zona privilegiada por estar alejada del bullicio, se pusieron farolas.

Pocas veces agradezco al ayuntamiento su desidia, pero sí en esta ocasión, porque gracias a que no cambian las bombillas que se estropean, de noche es espectacular.

Vienes andando, despidiendo con ganas las luces artificiales que te ciegan al espectáculo inimaginable que te envuelve, y vas entrando en la luz de las estrellas. En efecto, cuando se acaban las farolas, empiezan las estrellas. Y ahí, sólo el ruido del mar dialogando con las rocas y el vasto firmamento mediterráneo, lleno a tope de estrellas que llegan hasta el mar y suben y bajan, porque está lleno de ellas, juguetonas y familiares.

¡Cuánto sabe este rincón de mí, de nosotras, de vosotr@s…! Es donde he acudido a despedir a seres queridos, donde hablo con ellos, y con vosotras, que tantas veces hemos extrañado y añorado pero que por fidelidad a una invitación, hemos dejado, aunque siempre volviendo en tiempos fuertes del año, para compartir y sentir la vida junt@s. Este vosotras, incluye personas, mujeres, de diferentes lugares, con las que hemos compartido mucho, muchísimo.

Cuando se acaban las farolas, empiezan las estrellas: también así con las personas.

Qué fácil ser farola o farol, compartir lo superficial, estar ocupando un lugar, pero cegando con una presencia medio falsa la luz tenue del firmamento en la noche, en los momentos oscuros de la vida que nos reconducen a lo auténtico. La noche, si esperas a que tu retina se adapte, una vez pasadas las nubes del día a día, está llena de estrellas.

Las farolas de temporada, que el ayuntamiento no renueva, en mi vida, son tantas personas que se aprovechan de la luz para encender farolitos y opacar la luz diferente del  firmamento.

Cuando caminamos con miedo a caernos, damos la vuelta cuando se acaba la luz artificial, y así nos perdemos el Adviento de la vida, que ocurre de noche, al raso, a la intemperie, con luces de invierno y frío opaco.  Sólo l@s intrépidos dicen, un paso más, sin miedo, el cosmos me sostiene, y entro en otro registro. Allí está la luz, la auténtica, la que más se percibe, cuando menos luces hay.

La liturgia de este tiempo nos lo recuerda encendiendo una vela cada semana del adviento. Pasando progresivamente a ver con pocas luces y mucha luz de dentro, luz de más allá de las farolas y farolitos que tanto oscurecen.

Deseo que seamos estrella, luz en la noche para quien así lo desee. Para ello, tengo que dejar la seguridad de la farola, de ser farol que impide entrar en la noche.

M Magdalena Bennásar Oliver

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