Os invito esta tarde o cuando puedas, a hacer un tiempo de lectura meditativa con este texto, cuyo original en Inglés es precioso, y os lo ponemos para quienes podéis disfrutarlo.
Son palabras de un científico y místico que nos convocan a una reflexión acerca de lo que no hemos hecho como cristianos y lo que sí estamos emplazados a hacer.
¡Qué mejor tarea estos días pascuales que recibir la llamada y el envío a crear comunidades que modelen el respeto y amor a la tierra y dejar ser correspondidos por ella en una sagrada mutualidad! Creo seriamente que es el lenguaje y forma que responde y da cauce al presente.
Si realizamos esta tarea con rigor, recuperaremos la vida y la salud del planeta, haciendo posible la realización de comunidades de iguales, donde lo que pese sea la espiritualidad que lleva a una praxis que poco a poco va transformando la realidad
“El hecho de que los cristianos no asuman su responsabilidad por el destino de la tierra es quizás su mayor fracaso en el curso total de la historia cristiana. Por primera vez en la historia de 600 millones de años de vida visible en la tierra, una sola especie tiene el poder de alterar deliberadamente la química del planeta de una manera nociva y extinguir especies a una velocidad y de una forma nunca antes conocidas.
Al considerar la enormidad de lo que está sucediendo y la consecuencia para todos los que viven en el planeta, podríamos reflexionar sobre la necesidad de establecer comunidades (religiosas) dedicadas a proteger la tierra de una mayor devastación y guiar a la comunidad humana hacia un período en el que estaríamos presentes para la tierra de tal manera que ambas nos ayudaríamos a crecer.
La creación de comunidades modelo que permitirían a los humanos estar presentes en la tierra de una manera mutuamente mejorada seguramente sería una de las formas más efectivas de cumplir con los más altos propósitos cristianos en estos tiempos”. (Extracto de un texto de T. Berry).
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The failure of Christians to assume their responsibility for the fate of the earth is perhaps their greatest single failure in the total course of Christian history.
For the first time in the 600 million year story of visible life on earth, a single species has the power deliberately to alter the chemistry of the planet in a deleterious way and to extinguish species at a rate and in a manner never known before.
In considering the enormity of what is happening and the consequence for every living on the planet we might reflect on the need to establish religious communities dedicated to protecting the eath from further devastation and to guide the human community toward a period when we would be present to the earth in a mutually enhancing manner.
The setting up of model communities that would enable humans to be present to the earth in a mutually enhancing manner would surely be one of the most effective ways of fulfilling the highest Christian purposes in these times.
(Extract by a text of Thomas Berry)