
Los árboles del parque, que tengo debajo de mi casa, me enseñan que la vida es un
proceso. En estas imágenes se ve el mismo parque en las diferentes estaciones del
año. Ahora los árboles están verdes, brillantes. En unos meses, las hojas se irán
volviendo amarillentas, luego marrones, y finalmente caerán. Las ramas quedarán
expuestas todo el invierno y en la primavera la vida surgirá de nuevo, con toda su fuerza
y su belleza.
En la vida pasamos por diferentes etapas, es un proceso. Todas, sin excepción, son
imprescindibles, me hacen crecer, me ayudan a conocerme y a conocer a los demás, a
través de mis propias experiencias, y me revelan al Dios-Vida que habita en mí y en
todo.
La naturaleza me enseña que hay que aprender a asumirlo y que la Vida siempre vence.
Aunque en el exterior parezca que ha muerto, la Vida late en el fondo, sigue
habitándonos. La naturaleza me enseña a ser paciente, a tener esperanza, y a
mantenerme firme a pesar de los obstáculos que van apareciendo. Me invita a ser
resiliente.
Nos decían en el retiro de Pascua: “La naturaleza es madre, es maestra. Nos cura y nos
acoge”. Un paseo por el parque, por la montaña o la playa nos oxigena y nos renueva
desde lo más profundo. Terminamos cansadas, pero reconstituidas. Experimentamos
que todo nos abraza, nos rodea y nos protege, como una madre. Especialmente cuando
el lugar nos regala el don del silencio, roto solo por el ruido de las olas, del viento entre
las ramas o de los pájaros.
Y la naturaleza es maestra. Nos enseña la dinámica de la semilla que se entierra y
muere para que crezca una espiga, un árbol, con sus frutos. Es la dinámica de la
Pascua, que estamos celebrando.
La naturaleza es también solidaria, gratuita, generosa, no esconde sus colores, ni sus
frutos; los entrega, se comparte, nos alimenta y nos alberga a todos los seres vivos.
La Tierra no se merece que la tratemos mal: consumo irracional de las materias primas,
montones de basura tecnológica enviada a los países pobres, siendo éstos además los
que sufren las consecuencias del “cambio climático” generado por las primeras
potencias del mundo.
En el Día de la Tierra pensemos cada cual Además de reciclar, reutilizar, cuidar lo que
utilizo, consumir solo lo necesario, dar preferencia a los productos de “kilómetro cero”.
¿Qué puedo hacer yo para defenderla?
Celebremos el Día de la Tierra, con acciones concretas, “obras son amores…”. La Tierra
es el hogar de todos. Cuidémosla como se merece.
Vicky Ochoa – Comunidad de Magdala

