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Como la lluvia y la nieve caen del cielo, y sólo se vuelven allí después de haber empapado la tierra, de haberla fecundado y hecho germinar, para que dé simiente al que siembra y pan al que come, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí de vacío (Is 55,10-11).

Si la Palabra es como la lluvia ligera que empapa la tierra, como el txirimiri que casi imperceptible hidrata, humedece, alimenta evitando la desertización progresiva que experimentan tantas regiones de nuestro planeta, y con ello la huida y extinción de especies vivas ¡cómo será la comunidad cristiana con la que compartimos esa Palabra hecha carne en nuestras vidas a través de todo lo que somos y hacemos!

Dice el texto de Isaías que la Palabra no es estéril, ni está seca, no vuelve de vacío, deja poso, deja vida, deja semilla de Reino. Aunque yo no quiera, esa fuerza, ese espíritu de Jesús resucitado está ahí, en nosotr@s  y entre nosotr@s.

Hay grupos con proyectos de diversa índole, otros que comparten lecturas, otros que tratan temas de interés, de justicia social… y todos ayudan y son buenos, como en la Creación, “y vio Dios que todo era bueno” pero el grupo que comparte Palabra y vida, ese se llama comunidad cristiana, porque sencillamente se forma alrededor de la persona de Jesús y de su Palabra que  guía, conforma, transforma, resucita… podríamos decir que ese grupo es en el relato de la Creación el que acoge la entrega que les hace Dios a los humanos de todo para que lo “cuiden”.

La comunidad cristiana es la expresión directa de la Palabra hecha carne, de la Palabra que crea y recrea cuidando: actualizando, dando formas nuevas a la manera de vivir según la Palabra hoy y acogiendo el proyecto original “cuidad de todo y de tod@s”.

Cuando Dios confía todo a esa comunidad original y Jesús, después de muchos gestos de intentar devolver la perfección original a la vida creada, donde todo está en potencia, lo que luego llamaremos evolución, lo que Dios intenta hacer, lo hace a través de personas limitadas, reunidas en pequeños grupos a los que “cuida” haciendo así que reconozcan a través de su cariño y cuidado continuo, su verdadera dignidad.

Y hay un “para qué”, siempre lo hay. Para que al “despertar” a la consciencia plena, descubran que ese es su lugar y tarea en la historia. Como herramientas para realizar esa tarea nos concede capacidades y talentos diferentes con que cada un@ estamos dotadas.

Y la gran maravilla es que no podemos hacerlo solos. Se nos convoca en comunidades pequeñas donde cada persona es única e importante pero no la indispensable.

El plan es que en una sinergia acojamos el proyecto de Dios y lo realicemos con la ayuda de cada persona, y sumando, paso a paso, los talentos y las capacidades de cada una purificadas del ego por el cariño y la ayuda de la comunidad.

Por todo ello y mucho más os invitamos a orar sobre este tema ahora que pronto, después de las vacaciones, os vais a ir reuniendo en los diferentes lugares. No olvidemos quienes somos y para qué se nos convoca. Si alguna persona tiende a rebajar o a cambiar la orientación con mucho respeto se le puede indicar o sugerir que busque un grupo afín a sus expectativas, pero lo que con responsabilidad de hij@s de Dios, lo que no podemos hacer es posponer lo que Dios mismo nos va indicando al corazón de cada un@ y de la comunidad.

Por todo ello, es muy necesario posponer los “compartires” de muchas cosas importantes para el final que junto con una rica infusión y pastas varias compartimos: anécdotas, realidades, risas y llantos. También para el final los “haceres” las fechas, todo eso que ocupa espacio y que si se mezcla o se hace al principio retrasa y diluye compartir lo importante, en realidad lo único para lo que se nos convoca en la comunidad cristiana, y que a veces se termina el tiempo y se ha quedado empobrecido.

Hay grupos que prefieren quedarse como grupo, nadie lo cuestiona, pero los y las convocadas a ser comunidad porque sencillamente nos nutrimos de la Palabra y queremos y necesitamos compartir esa vida, no lo cambiemos porque alguien no ha preparado la reunión, o no se decide a orar porque no prioriza su tiempo…

 Démosle como Dios hace con nosotras, otra oportunidad, pero no permitamos, con responsabilidad, que “conduzca el autobús alguien sin carnet”, es decir que alguien que no ora, o no…sea quien determine el ritmo, sino al revés, que los que lo intentamos seamos tan seguros que los que van rezagados por lo que sea, se animen.

Y ojo con los que se dejan querer, un tiempito bien, pero si cada uno no come por sí mismo, la comida del vecino poco alimenta. Ante el típico “yo esta semana no he tenido tiempo”, pensad que si fuera una persona que no tiene tiempo de cuidarse o tomar la medicación…nos alarmaríamos, ¿porqué con el tema de la vida-salud de nuestra vida de fe somos tan “respetuosos”?

Eso es una parte del “cuidar”. Cuidar que todos, como en la familia, estén sanos y coman bien, y tengan energía para vivir. Eso es, energía para vivir el Reino.

Magdalena Bennásar Oliver

Un comentario en «Así es la comunidad cristiana»

  1. ESKERRIK ASKO, Magdalena. Tus palabras siempre son inspiradoras e interpelantes y eso es un gran regalo

    Un beso muy grande para las dos

    El 17 de agosto de 2017, 13:32, Espiritualidadintegradoracristiana

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