Fotos hechas por nosotras
Gocemos que aquí coincide con la primavera. El campo y el mar están de ensueño y los que ya podemos salir un rato al día y disfrutarlo tenemos un plus de energía positiva que queremos compartir.
Pascua se extiende en un “tiempo” y en un “espacio” porque, como la vida, está llena de energía vitalizadora que no podemos asimilar e interiorizar el día de Pascua.
Todo ello nos indica que es una experiencia que se tiene-hace, despacio, mientras la luz y fuerza que contiene va transformando y configurando nuestro humus interior.
Ese tiempo ha coincidido con la pandemia. Ni una palabra más sobre ella, no merece espacio, sólo recuerdo para los que nos han dejado. A diferencia del virus, la experiencia pascual no invade, no arrasa, no aniquila… Ella oxigena, ilumina, fortalece, inyecta Vida de Dios- Amor.
Al igual que la primavera, la experiencia pascual no está separada del invierno o del verano que la abrazan. Como ella, la experiencia pascual, es el resultado de un invierno en el que las cosas estaban más oscuras, bajo tierra húmeda, en nuestras cuevas interiores, desarrollando a base de silencio y nutrientes, una vida que a lo largo del tiempo iremos sintiendo viva. Y, por otro lado, el tiempo pascual precede el tiempo del Espíritu, que celebraremos en breve, y en el que “estamos siempre”. Sí, vivimos en “el tiempo del Espíritu”, aunque experimentemos tiempos de desierto, de muerte, de nacimiento…ya que estas sucesiones forman parte del proceso de la vida abierta a Dios-Espíritu.
Este proceso se puede comparar a la lluvia que primero va mojando y refrescando mientras limpia y nutre a la vegetación. Después, si sigue cayendo, va acumulándose de diferentes formas: charcos y riachuelos y ríos y cataratas…
Dios, nos indica este tiempo Pascual, puede compararse a la lluvia. La relación con ella puede ser de paraguas- chubasquero o de dejarnos empapar y llegar a convertirnos en río y catarata de energía y fortaleza para interpretar el Evangelio.
Para acoger ese manantial pascual me ayuda echar una mirada a mujeres del pasado que dentro de la esclavitud patriarcal fueron corrientes de agua fresca y viva para su momento, siendo eslabón de un futuro, que es el nuestro.
Veo en todas ellas, tres componentes base: naturaleza, experiencia de Dios personal (sin mediadores) y comunicación de la experiencia de ambos en un lenguaje y forma habitual, no desde instituciones o templos… formando espacios de acogida, de justicia social, educativos sobre todo por los que la mayoría de la humanidad hemos pasado.
El trabajo equitativo de amasar estos tres elementos, como la lluvia, llega a transformar el paisaje de desértico en frondoso.
Hoy necesitamos visualizar nuestro presente-futuro ¡ya! Para ello es imprescindible Escuchar al Espíritu Creador para despertar esa energía y capacidad en nosotros, herencia del Abba, para re-pensar estilos de vida en armonía con el resto del Universo.
Volver a la normalidad si se convierte en volver a lo de hace dos meses, en unos días estaremos sumergidos en el mismo tsunami destructor, porque el problema no es el virus, sino el ego.
Seguiremos con este tema próximamente.
Siente este tiempo de Pascua como una invitación a ser bendición de vida para el planeta.
Magda Bennásar Oliver, sfcc