Segundo domingo de adviento
Empezamos la oración con un rato de oración centrante…
Andamos siempre explorando caminos, buscando sendas…necesitamos algunas certezas que nos sustenten. El/la profeta afirma tener una experiencia personal de Dios que comunica y su palabra se vuelve mensaje de vida. No sustituye sin embargo el que cada persona haga su propio camino, evolucione. Son a lo más: luces, antorchas que se desvanecen en la noche, dejando una inquietud, un deseo, un anhelo…
El adviento es ese tiempo en el que recordamos que Dios no sólo se ha revelado, se sigue revelando sobre todo a los más pequeños, a los más abiertos, no sólo a través de los profetas porque experimentamos que todo y todos nos hablan de Dios. Esa experiencia personal no es para personas especiales, es para tod@s.
El profeta Isaías, Juan el Bautista, nos advierten del deseo de Dios y se convierten en portavoces de su mensaje. Se nos llama hoy también a un cambio profundo, radical, no sólo en nuestras acciones sino un cambio de mentalidad, de entendernos conectados con todos y con todo, parte de un universo que evoluciona hacia el Cristo, la creación en su plenitud.

“La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo” Salmo 84