Aquí tenéis la traducción del artículo que publicamos en inglés hace dos días.

Un año después, ¡sí!  

Hace más de un año que 19 personas iniciamos una aventura. Éramos una combinación de laicas, ex religiosas, religiosas y un par de hombres (uno de ellos religioso ordenado), todos inspirados por el amor y la autoridad interior de María Magdalena.

Como en el Santuario de la Sainte-Baume, todos sentimos que juntos somos como un hermoso espacio sagrado en el desierto de nuestras vidas. Juntos somos un lugar al que la gente puede unirse, participar, y encontrar una forma de sanar y crecer, de aprender y compartir.  

Celebramos la vida de diferentes maneras, caminando en la fe y en la comunidad con personas nuevas y con los que viven en la pobreza, y juntos tratamos de ofrecer los sacramentos de la vida, uno por uno: experiencias de nuevo bautismo, o de entender por fin la comunión, o de recibir las enseñanzas de manera adulta… o de acompañar el dolor cuando nuestros mayores fallecen. 

Hace unas semanas, un grupo de nosotras estábamos en nuestro retiro de verano, algunxs de manera virtual desde sus países. Un día recibimos la noticia de que el padre de una de nuestras hermanas en Bogotá estaba en sus últimas horas, así que rezamos. Unas horas después nos dijeron que estaba luchando contra la muerte, así que todo el grupo paró todo y Gloria nos guio en un canto indígena para acompañar al moribundo. Pronto nos dijeron que se había ido pacíficamente al otro lado. 

Fue un momento de gracia, con nuestras hermanas de Bogotá presentes corporalmente en el proceso, y las otras 14 cantando y rezando… y la Ruah hizo el resto. 

Magdala es un grupo de personas abiertas a nuevas formas de crear comunidad.  

¿Es ésta una nueva forma de ministerio? Para nosotras -Carmen y yo, miembros de la comunidad, Hermanas para la Comunidad Cristiana (SFCC)- lo es. 

En nosotros se funden dos carismas: el de “Oración y Ministerio de la Palabra” de nuestra antigua comunidad y el carisma de la SFCC: “Que todo sea uno”.  En medio, ha habido una larga búsqueda en el árido desierto de una iglesia institucional casi medieval en España.

Dos hitos han marcado el progreso de la comunidad: cuando las dos nos sentimos interpeladas por la realidad del planeta, y luego descubrimos la comunidad- SFCC, una comunidad religiosa abierta e inspiradora, cuyo carácter ecuménico e igualitario se refleja en la Comunidad de Magdala.   

Estos dos factores van de la mano en el impacto y la remodelación de nuestro ser y compromiso actual. 

La comunidad de Magdala ha ido creciendo y aumentando en profundidad y en número. ¡Nuestro idioma es el español, honrando y disfrutando de las diferentes expresiones del castellano, argentino, colombiano y mexicano… a veces un poco confuso pero siempre divertido, creando bromas y risas durante nuestros numerosos zooms y compartires!

Algunos eventos importantes han sido nuestro estudio del Evangelio de Marcos desde una perspectiva feminista, y retiros periódicos y sesiones de meditación y oración. A menudo utilizamos el método de la Lectio Divina, como una forma de ser guiados hacia una forma más amorosa de relación personal con un Dios en evolución, siempre nuevo y sorprendentemente presente. 

También hemos estado aplicando el método de Reflexión Teológica para las reflexiones escritas que todos compartimos periódicamente. Es un regalo total leer las reflexiones de los demás desde perspectivas tan diferentes. Los días que todos recibimos una de las reflexiones escritas se convierte en la Palabra para la oración de ese día. 

¿Quiénes son los miembros de Magdala? Cuando invitamos a la gente a conocer nuestra nueva comunidad a través de nuestra página web, la primera persona que se apuntó fue un joven sacerdote salesiano de Argentina. Fue muy divertido, porque con nuestros arrebatos feministas y nuestras críticas a la institución, se nos cuestionaba: y ahí está él, siempre presente, humilde y divertido, trabajando de cerca con los pobres. 

Contamos con algunas mujeres muy comprometidas con la educación, desde el primer grado hasta el nivel universitario. Están casadas, son inteligentes y están enamoradas de la vida; siempre aportan la realidad con historias que nos hacen entrar en contacto con la vida. 

También hay algunas religiosas, llenas de energía, que trabajan en la educación o en la formación de su comunidad religiosa. Una de ellas estudia Teología en Bogotá. 

Otra es una médica, de España, una mujer enamorada de su profesión, que arriesgó su vida en la pandemia del Covid. Ella misma se infectó del virus, pero aun así compartía la energía y la alegría: quiere hacer su compromiso de vida religiosa en el corazón y las manos de la Comunidad de Magdala. 

Otra ex religiosa de México está a punto de renovar su compromiso en la comunidad. Para ser fiel a su vocación con los indígenas de Vera Cruz tuvo que decidir si volver a su antigua comunidad o continuar, sola, con su ministerio. Acompañada por todos nosotros, decidió dar el arriesgado paso de ser profética y audaz. 

Tenemos unas cuantas mujeres recientemente jubiladas, con formación, que comparten sus dotes de visión y energía. Una de ellas -una antigua religiosa con una voz y una guitarra maravillosas-, compositora natural y autodidacta, enriquece nuestros retiros con la música que crea con la inspiración de los retiros anteriores. 

Hay dos poderosas mujeres argentinas: una ex religiosa y profesora de química, lo suficientemente valiente a sus 60 años como para bajarse de un tren que, según su perspectiva, estaba a punto de descarrilar. La otra, recién llegada a la comunidad, comparte su prejubilación atendiendo a los más pobres de la ciudad de Buenos Aires.  

Luego hay un joven español que vive y trabaja en Bruselas, plenamente comprometido con el cambio del mundo y con sus amigos, con los que comparte sus profundas reflexiones, la mayoría de las veces en torno a una cerveza de abadía belga.  Seguro que Jesús también la disfrutaría. 

Algunas mujeres de espíritu libre se dedican y se comprometen a curar, a caminar con la gente con serenidad y sabiduría. Comparten bienes y habilidades con mujeres, en su mayoría migrantes, y últimamente con mujeres y familias ucranianas desplazadas. 

Algunos de nuestros miembros tienen compromisos políticos muy serios. Una de ellas es una ejecutiva de banca que lucha por aportar la perspectiva de una mujer a un mundo muy lógico, impersonal, rígido y muy influyente en el que el dinero marca la diferencia. Se esfuerza, pero disfruta siendo una de las primeras mujeres en ocupar ese puesto. 

Estamos agradecidos y encantados de seguir la inspiración de María Magdalena de formar parte de la realidad e intentar mejorarla; en primer lugar, mejorando la forma en que experimentamos la vida y atreviéndonos a considerar cómo podemos hacer de este mundo un lugar mejor. 

Magdala es un “crisol” cuyo perfume nos atrevemos a seguir… y nos encanta. Todos estamos llenos de esperanza y posibilidades, muy agradecidos e iluminados por los demás. Es un regalo del Espíritu-Ruah.  

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Un comentario en «Te damos las gracias, Miriam de Magdala »

  1. Agradezco a la Divinidad por hacerme coincidir con esta Comunidad de Magdala, Diversa, intergeneracional, Ecuménica y Plural. Somos bendición, somos luz en el candelero que se pone sobre la mesa para iluminar a todxs, para partirnos y compartirnos. Les abrazo. Gracias Magda, Gracias Carmen por sus bienaventuranzas compartidas

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