Imagen de Nathan Osman en Pixabay
Hoy hace dos semanas que celebramos la Pascua de Resurrección. Nos resistimos a pasar deprisa y corriendo los evangelios que narran las apariciones de Jesús después de su muerte. Esa no es la manera de gustar y saborear este tiempo pascual que la liturgia nos regala. Las discípulas de Jesús queremos hacer realidad su reino en el siglo XXI.
Por eso, leamos este texto con todas las iglesias católicas y algunas ramas protestantes del mundo, como evangelio en el que podríamos profundizar durante toda la semana.
Es imposible que en un “servicio”de menos de una hora, que es lo que duran las misas, podamos entender la profundidad de todo un capítulo, el 21 del evangelio de Juan, sobre todo si nos ceñimos a la homilía que pueda pronunciar el sacerdote porque además este evangelio lo solemos sintetizar en: “Ah sí, es cuando Jesús le pregunta a Pedro si le ama tres veces y eso tiene que ver con las tres veces que él le negó durante la Pasión”.
Así no es raro que los pasajes de los evangelios nos resulten repetitivos, sobre todo si hace más de medio siglo que acudimos a Misa y ese es todo el alimento que tenemos durante la semana.
El capítulo 21 de Juan es un añadido a la conclusión que nos presenta el capítulo 20, que en sí hubiera bastado pero dicen los entendidos que estuvo ahí desde el principio y tiene un significado que vamos a intentar desentrañar, tanto los entendidos con sus estudios, como nosotrxs con nuestra oración y reflexión.
Empieza este capítulo con una dimensión de tiempo “Algún tiempo después, se manifestó de nuevo Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberiades y se manifestó de esta manera” Jn 21:1. A partir de la resurrección de Jesús los encuentros que tiene con los discípulos se centran en reafirmar su presencia de “otra manera” y en confirmarles en la misión que ya les había encomendado cuando estaba con ellos.
Va nombrando el evangelista a los discípulos, uno por uno, y no lo hace porque sí. Cada uno representa una realidad diferente con respecto a Jesús y con respecto al pueblo de Israel, pero lo más importante es que no se nombra ya a los Doce sino que ahora suman siete. Se pensaba en aquel tiempo que los pueblos del mundo eran setenta y por tanto este número siete simboliza una comunidad abierta a la humanidad entera.
Cuando experimentamos todavía hoy la cerrazón de algunos sectores que piensan que nosotros somos los únicos que poseemos la verdad (iglesia católica romana), nos damos cuenta que ya en el principio del cristianismo se intentó universalizar el mensaje de Cristo y ¡cuánto nos cuesta abrirnos todavía hoy a otros pueblos, a otras culturas, a otras visiones distintas a las nuestras!
Pedro toma la iniciativa de salir a pescar y los demás le siguen. Eso era lo que sabían hacer, y salen de noche aunque Jesús les había dicho: “Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar,etc.”; Esa “noche” significa la ausencia de Jesús, luz del mundo. Si se pesca de noche la misión no tiene fruto “no cogieron nada”. cf 21:3b
“Al llegar ya la mañana, se hizo presente Jesús en la playa, aunque los discípulos no sabían que era Jesús” (4); La luz de la mañana coincide con la presencia de Jesús pero ellos concentrados en su esfuerzo inútil, no lo reconocen.
A nosotras también nos pasa muchas veces, que centradas en lo que queremos lograr, creyendo que es una misión encomendada por Jesús, nos centramos tanto en nuestro fracaso que no somos capaces de reconocerle ahí mismo, a nuestro lado.
El les pregunta con cariño si tienen algo para acompañar el pan; ellos, conscientes de su fracaso le contestan secamente. “No”. Sin embargo , al seguir sus indicaciones, a regañadientes, consiguen una pesca inmediata y abundante.
Podríamos seguir pero lo vamos a dejar aquí. En sólo seis versículos de este capítulo tenemos para meditar sobre la misión a la que Jesús nos llama, en comunidad, siguiendo sus indicaciones, no intentando pescar en la noche y sabiendo que el fruto va mucho más allá de nuestros esfuerzos.
Carmen Notario, sfcc
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Siguieron las indicaciones de Jesús. Ahí veo yo la clave de todo. Trasladado a nuestro tiempo , a nuestras circunstancias… No se trata de hacer lo que nos parece de pronto, sin pensar…
Se trata de escucharle.
¿Cómo podemos escuchar las indicaciones de Jesús?. Solo en el silencio, en la oración profunda, en la Comunidad.
Las personas que creemos en Jesús y queremos seguirle estamos llamadas a una misión : llevar esta luz de Jesús allí donde nos encontremos… Pero hay que escucharle , para primero ser nosotras mismas las que cambiemos nuestro criterios por los suyos, como decíamos hace unos días , eso se llama nacer de nuevo.. Y entonces sí, entonces seremos luz , y los frutos que no son para nosotras solas, que son para todos, aparecerán aún cuando no seamos capaces de verlos.