Otro encuentro más, el de Diciembre. Lo preparábamos con ilusión: tod@s teníamos ganas de volvernos a encontrar otra vez. Algunas personas nuevas se han añadido.
A las puertas de la Navidad hemos orado con el Ave María de Suchbert intentando abrirnos como María de Nazaret a un plan de Dios que nos sobrecoge.
Recogiendo textos de Isaías hemos escuchado la alianza esponsalicia que Dios quiere hacer con su pueblo. No es una llamada a la conversión para cumplir normas y leyes sino una vuelta al amor primero, al amor de juventud que ensancha, extiende y es fecundo.
Esta semana antes de la celebración de la Navidad tendría que ser un tiempo de sumirnos en el silencio para escuchar el latido de nuestro corazón, el latido de nuestros hermanos y hermanas, sobre todo de los que más sufren y para escuchar el latido de nuestra tierra.
Son días de poca luz, de frío, de aparente “muerte” incluso en la naturaleza y sin embargo el universo entero está preñado del Espíritu, de la Vida.
Dos ancianos estériles, Zacarías e Isabel experimentaron que hay vida y esperanza cuando a pesar de la evidencia se abrieron a la Palabra de Dios y le dejaron actuar. La promesa es un hijo que no trae la renovación de la institución sino un profetismo que sobrepasa a los antiguos profetas porque “se llenará (Juan) de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre”, Isabel, (Lc 1, 15b).
El error nuestro ha sido pensar que esto era sólo para personas escogidas y que no tenía nada que ver con nuestra pequeña historia personal. Precisamente está ahí para que podamos leer nuestra vida a través de la suya.
¿Por qué nos empeñamos entonces en querer “reavivar” lo que está muerto? ¿Por qué le tenemos tanto miedo a lo nuevo?
Ese espíritu permea la creación entera. No tiene límite ni en el espacio ni en el tiempo.No pertenece a ninguna religión ni a ningún momento histórico determinado, su presencia es eterna y su acción imparable.
Esa es la verdadera espiritualidad: vivir atent@s al movimiento del espíritu en nosotr@s y a nuestro alrededor y secundarlo. ESCÚCHALE.
Carmen Notario