
Hace unos días enviábamos un audio a un grupo de personas que estamos en chats, invitándonos a vivir ese tiempo con hondura y gratitud.
Empezamos nosotras poniéndonos las pilas y sugiriendo un trozo del salmo de hoy para la oración de la tarde.
Hay momentos en el día especialmente tranquilos, cuando el ajetreo del día ya llega a su fin, y el corazón entra en un estado de silencio deseado, bien dando un paseo en la naturaleza o sentándote en tu rincón-refugio-ermita en tu casa, tal vez con el ruido de la familia a lo lejos o de otras personas…pero, tú respondes a esa invitación interior y acudes al silencio.
La comunidad cristiana lo llamamos la oración del atardecer. Así atardece también el día, lo fuerte del día ya pasó y antes de la cena, o de encuentros veraniegos, que pueden ser ruidosos, tú y yo, recibimos con mimo, las palabras de este hombre o mujer salmista que oraba escribiendo, y gracias a su esfuerzo nos ha llegado, preciosa su oración, de su tarde.
Del salmo 16:
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Y yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
Dejemos que estas palabras resuenen dentro. Dejemos que conecten con nuestro deseo: deseo de ser la niña de los ojos de alguien, deseo de escondernos a la sombra del que nos ama, deseo de ser escuchadas y al fin, deseo de experimentar el amor dentro y fuera.
No hay prisa, hay calma, los nervios e inquietudes están en nuestra mente, todo irá bien. Abandónate en el que te mira y te ama.
Deja que la música realce la ternura de la palabra y disfruta, aunque sepas que muchos sufren, dejáselos ahí, en el rincón, al que todo lo puede.