Vista aérea de los terrenos de la abadía de Glenstal, en el condado irlandés de Limerick, donde se puede ver un terreno de un cuarto de acre donado al Proyecto 100 Millones de Árboles. El proyecto plantó 2.500 arbolitos autóctonos irlandeses en el lugar el 5 de enero. (Cortesía de 100 Million Trees Project)

Salida del sol en los terrenos de la Abadía de Glenstal en el condado de Limerick, Irlanda, cortesía del Proyecto 100 millones de árboles
POR SARAH MAC DONALD
Murroe, Irlanda – 8 de abril de 2024
Hay una frase en el Salmo 107 que habla de convertir un desierto estéril en un oasis. Me vino a la mente cuando el Dr. David Mulcahy relató cómo él y su hermano Richard, junto con voluntarios del Proyecto 100 Millones de Árboles, transformaron una pequeña zona descuidada de un polígono industrial de Dublín en un mini-bosque justo antes de Semana Santa.
El terreno, de un cuarto de acre, pertenece a la Agencia de Desarrollo Industrial de Irlanda. “Era un espacio vacío en el que no crecía nada. Hemos conseguido transformarlo en una pequeña zona de biodiversidad”, declaró a Earthbeat Mulcahy, cardiólogo de prestigio en Dublín.
Primero tuvieron que excavar el terreno, luego trajeron toneladas de tierra vegetal y por último plantaron 2.500 árboles autóctonos irlandeses utilizando el método Miyawaki de crecimiento acelerado, creando un rápido sumidero de carbono y dando lugar a una mayor biodiversidad.
“Era el lugar perfecto para hacerlo”, explicó Mulcahy.
A diferencia de la mayoría de los otros 400 pequeños emplazamientos que el Proyecto 100 Millones de Árboles ha ofrecido en lo que va de año, no formaba parte de un campo en una granja, sino que era un terreno sin utilizar en un entorno urbano.
La Agencia de Desarrollo Industrial tiene emplazamientos en polígonos industriales de toda Irlanda. Los hermanos Mulcahy, fundadores del proyecto de árboles, esperan que éste sea el primero de muchos terrenos que la agencia estatal les cederá a lo largo de la próxima década. El proyecto de árboles tiene como objetivo plantar 100 millones de árboles autóctonos irlandeses en un periodo de 10 años.
Para alcanzar ese objetivo, necesitan plantar una media de un millón de árboles al año en su esfuerzo por revertir el inmenso daño medioambiental causado por la reducción de los bosques en Irlanda y en todo el mundo, que a su vez ha contribuido a la pérdida de biodiversidad.
“La realidad es que nos enfrentamos a una catástrofe; tenemos que hacer algo por el medio ambiente. Plantar árboles es la forma más eficaz y rápida de extraer carbono de la atmósfera”, declaró Richard Mulcahy.

Uno de los mini-bosques de la iglesia de Bride Street, en el condado irlandés de Wexford, donde se plantaron 1.000 árboles autóctonos irlandeses en dos minibosques (Cortesía de 100 Million Trees Project).
El empresario ha adoptado el concepto del botánico japonés y experto en bosques naturales Akira Miyawaki de plantar árboles muy juntos. “En lugar de plantar 1.000 árboles por acre, se plantan 10.000 árboles en un acre. Los árboles están unos encima de otros y, como no pueden crecer hacia fuera, crecen hacia arriba, creando una zona de biodiversidad mucho más rápida”, explica Richard Mulcahy.
Este es el segundo año del proyecto, que arrancó con fuerza en enero, cuando los monjes benedictinos de la abadía de Glenstal invitaron a los Mulcahys y a su equipo de voluntarios la víspera de la Epifanía a plantar 2.500 arbolitos en un terreno de un cuarto de acre en su monasterio del condado de Limerick.

El padre benedictino Anthony Keane y el abad Brendan Coffey plantan árboles jóvenes en la abadía de Glenstal, en el condado irlandés de Limerick. (Cortesía de 100 Million Trees Project)
El abad Brendan Coffey, que acogió con satisfacción la iniciativa, explicó: “En la Abadía de Glenstal creemos en la sagrada responsabilidad de administrar la Tierra. El proyecto de los 100 millones de árboles encaja perfectamente con nuestros valores, y nos sentimos honrados de contribuir a esta noble causa aportando tanto nuestra tierra como las manos para plantar estos árboles. Esta iniciativa no sólo enriquece nuestro entorno local, sino que contribuye a un mayor bienestar ecológico e incluso espiritual de nuestra nación.”
Este es el tipo de compromiso necesario para que Irlanda cumpla sus promesas en materia de cambio climático. Según la clasificación del Índice de Acciones frente al Cambio Climático 2024, Irlanda ha descendido seis puestos hasta el 43º de 59 países. Aunque Irlanda cuenta con un presupuesto de cinco años de duración de emisiones de carbono legalmente vinculante y con unos límites máximos de emisiones sectoriales fijados por el gobierno, el índice muestra que la aplicación está muy lejos de cumplir estos presupuestos y límites máximos.
La plantación en Glenstal formaba parte del programa de invierno del Proyecto 100 Millones de Árboles, que comenzó el pasado noviembre. A principios de abril se habían plantado hasta 250.000 árboles jóvenes de variedades autóctonas en más de 100 lugares de todo el país. La plantación se reanudará este mes de noviembre.

Un equipo de voluntarios del Proyecto 100 Millones de Árboles, entre ellos los cofundadores David Mulcahy y Richard Mulcahy, plantan un cuarto de acre en la Abadía de Glenstal, en el condado irlandés de Limerick. (Cortesía de 100 Million Trees Project)
El proyecto ya ha plantado árboles en nueve condados de Irlanda, en lugares como el hipódromo de Fairyhouse, en el condado de Meath, el hipódromo de Limerick, en el condado de Limerick, y el pueblo de Kiltegan, en el condado de Wicklow. Dado que la cantidad de terreno que el proyecto pide a los donantes es pequeña, los Mulcahys destacan que estos min-ibosques pueden plantarse en porciones de terrenos municipales inactivos, terrenos de empresas y tierras de labranza.
La abadía es un lugar de oración, trabajo, educación y hospitalidad situado en 500 acres de tierras de labranza de primera calidad, bosques, lagos y arroyos en el suroeste de Irlanda. El padre benedictino Anthony Keane es un experto en los bosques de Glenstal, que contienen algunos de los árboles más antiguos de Irlanda, incluidos los restos del primitivo robledal del país. Éstos se encuentran a lo largo del borde de la avenida principal de Glenstal.
Fue el antiguo abad, el padre Mark Patrick Hederman, quien presentó a los hermanos Mulcahy y su proyecto a Glenstal.
Los voluntarios de 100 Million Trees plantaron en enero en Glenstal una gran variedad de árboles autóctonos, entre ellos manzanos, cerezos, robles, endrinos, pinos, serbales, husos y acebos.
Estas especies se encuentran en el bosque natural de Glenstal, según Keane, que desde 1984 se dedica a repoblar los bosques. Había “grandes lagunas en el robledal” por diversas razones, entre ellas la anterior dedicación de la finca como parque de ciervos para la caza en el siglo XIX, antes de la llegada de los monjes en 1927.
“En verano, cuando salen las hojas, es como estar en el océano: todas las olas del mar se agitan en la copa de los árboles con el viento”, explica Keane.
“A veces me preocupa el bosque; me preocupa el futuro. Intento intervenir de forma beneficiosa. Pero me doy cuenta de que la historia es mucho más grande que yo, y en realidad no es obra mía, va mucho más allá de mí. Me siento cerca de una gran manifestación divina que es la sinfonía del bosque”.
Cuando lo visité, estaba plantando ciruelos, cuyos frutos, con el tiempo, servirán de alimento a los habitantes naturales del bosque y a los visitantes que paseen por él.
“Las vamos metiendo aquí y allá para que los caminantes encuentren algo dulce que comer. En un año producirán un poco de fruta, y al tercer año producirán mucha cantidad”, explica Keane.
Actualmente hay entre 50 y 60 variedades de árboles en los terrenos de Glenstal, no todos ellos son árboles autóctonos irlandeses.
“Creemos en la biodiversidad de una forma ecológicamente funcional. Los Barrington [propietarios de la finca antes de que pasara a manos de los benedictinos] introdujeron las grandes maravillas botánicas del mundo: las coníferas de Norteamérica y las de Japón. También introdujeron plantas como la baya del faisán para alimentar a su caza. Nuestros pájaros cantores se dan un festín con ellas y las propagan aún más”, afirma Keane.
Hederman hizo mucho hincapié en lo serviciales que son los voluntarios del proyecto y en lo fácil que resulta para los participantes aportar terrenos: “Te especifican lo que necesitan y te envían una película para mostrarte qué trabajo hay que hacer en la preparación, como vallar el terreno para proteger los arbolitos de los ciervos y otros depredadores”.
Le impresionó tanto el funcionamiento del proyecto que se lo recomendó al abad primado de los benedictinos, el padre Gregory Polan, que casualmente se encontraba en Glenstal en el momento de la plantación. Como resultado, Polan va a recomendar el proyecto a los benedictinos de todo el mundo que tengan un cuarto de acre de sobra como “una muy buena manera de hacer lo que Dios, el Papa y todos los habitantes del planeta quieren: intentar que crezcan árboles”, dijo Hederman.
David Mulcahy explicó que el concepto básico del proyecto es “árboles por el pueblo, para el pueblo”. La gente determinará si tiene éxito o no. Pagamos los árboles y también pagamos a los plantadores profesionales. En cuatro o cinco horas plantarán 2.500″.
Sin embargo, uno de los retos es la coordinación. Tienen que conseguir que los arboricultores irlandeses aumenten su productividad para satisfacer la demanda del proyecto, pero “sólo podrán hacerlo si podemos garantizarles que les compraremos los árboles”, afirma.
Los Mulcahys también esperan que las empresas y los grandes contaminadores del medio ambiente, como las cementeras o las compañías aéreas, apoyen la iniciativa. Una compañía aérea podría compensar las millas aéreas de los pasajeros aceptando una pequeña tasa sobre la venta de billetes que se destinaría a financiar la compra de arbolitos.
“Nuestro objetivo es plantar 1,3 millones de árboles el año que viene y, si conseguimos el dinero, los plantaremos. El objetivo para el año siguiente es de cinco millones. Las empresas tienen que tomarse en serio la crisis medioambiental. Tienen que sacar sus chequeras y extender el cheque, y nosotros plantaremos los árboles por ellos”, dijo David Mulcahy.
Aparte del reto de atraer a nuevos patrocinadores, los Mulcahys se alegran de que las pruebas obtenidas hasta la fecha indiquen que la metodología Miyawaki funciona y que este proyecto puede dar lugar a cambios sustanciales.
“Irlanda está tan empobrecida en relación con los árboles autóctonos que el mero hecho de que hayamos plantado más de 200.000 en lo que va de año tiene que tener un impacto”, afirmó David Mulcahy. “Esperamos que el 90% de los árboles sobrevivan. Creo que lo que ocurrirá es que dentro de 100 años los robles y los pinos tiernos formarán el dosel superior y luego estarán todos los alisos, los serbales, los cerezos irlandeses y todos los brotes y bayas, creando un hermoso terreno para la flora y la fauna”.
Traducido por nosotras
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