Ese día tenía cita para intentar un cambio de visión. Se levantó y preparó temprano. Decidida, pero no despejada de dudas.
Llegó al lugar señalado cinco minutos antes de la hora y subió serena e intranquila hasta la cuarta planta. Espero en la salita ojeando una revista sobre ecología y cuidado del Planeta; pronto sería capaz de integrar todo eso en su vida. Aquello la afianzó en su decisión de realizarse el cambio de visión. Por fin dijeron su nombre. Era su turno.
Abandonó el edificio horas más tarde. Todo había salido bien, y tan solo necesitó unas gafas de sol para acostumbrarse poco a poco a su nueva visión.
Caminó despacio de regreso a casa. Hoy tenía el resto del día libre. Dormiría, descansaría y se permitiría el tránsito en su nuevo proceso de visión.
A la mana siguiente sonó el despertador y abrió de nuevo los ojos. ¿Era el mundo así ayer? O ¿habría cambiado algo? Estaba deseando salir y averiguarlo.
Retomo su rutina: desayunar, asearse, vestirse para ir a trabajar…De momento todo parecía igual que ayer, no veía la diferencia. Llegó al trabajo, saludó a sus compañeras…allí todo parecía que seguía igual. No notaba nada raro. Trabajó tranquila, esperando a que apareciera el cambio de visión pero ocurrió lo de siempre…la tarea profesional ocupaba toda su mente y alejó sus pensamientos de una nueva visión.
Pasaron días, semanas, en los que todo parecía igual. No había grandes cambios en su vida, ni nuevos pensamientos que arrojasen luz sobre sus dudas, a veces seguía sintiendo angustia. Se cansó de esperar a que ocurriese el gran cambio. Empezó a plantearse que ese cambio de visión había sido un error. Se culpó. Pasado un tiempo, se perdonó, comenzando a valorar más todas las cosas cotidianas que tenía a su alrededor. Fijó su atención en esas cosas, en la cotidianeidad. No solo en la suya, también en la de quienes la rodeaban. Eran cosas habituales, pequeños detalles que ya no pasaban desapercibidos y cobraban otra importancia.
Se asomó a su día a día desde otra perspectiva que le gustaba mucho más, y que hacía que su corazón vibrase. Se había producido el cambio tan deseado. Había cambiado su visión.
Josune Bejarano