NO PIERDAS LA ESTRELLA



Me están llamando a escribir. Por dentro, sí. No sé qué quieren que diga. Voy a ir escuchando y escribiendo. Despacito.

Siento que cansamos con escritos, y sin embargo, cuando me resisto, como hoy, que intento hacer otras cosas, me devuelven a la silla, ¡escribe!


Creo que me están diciendo que no pierda la estrella. Vivo en una dicotomía. Me aburre soberanamente la poca chispa que encuentro en casi todo. Liturgias repetitivas, infantiles…política crispada, relaciones humanas complicadas en muchos casos…personas que se borran de compromisos adquiridos sin hacer procesos, sin pensar que se contaba con ellas después de pronunciarse con fuerza…personas que valoran lo que haces, escribes…pero no se comunican personalmente…

Ese consumismo de palabra, de personas, no va conmigo. Mi lado introvertido, muy potente, me hace ver como la ausencia de silencio respetuoso invade e intoxica relaciones y proyectos.

Reconozco que estoy soltando por dentro el proyecto que creí que Dios nos había puesto en las manos. Y me dicen, no pierdas la estrella: la que conduce a la cueva, porque fuera de la cueva no está la Vida.

Necesito entender, escuchar y actuar. Pero, no sé cómo. Y me dicen, sigue la estrella. El paso siguiente se te indicará a su tiempo.
Entiendo desde lo más hondo que el regalo que nos hacen desde la Cueva es este: esperar el don de l@s herman@s, y cuando estén preparados, alguno, alguna, avanzar desde ahí, sin más equipaje que lo que se regala en la Cueva: inocencia, esperanza, vida para muchos.

Ellos, los inquilinos de la Cueva, salen rápido, huyendo hacia un lugar donde permanecer un tiempo, hasta nuevo sueño y nuevo aviso. Luego, dice el texto, son llamados a Nazaret, lugar de la vida cotidiana, humilde y profundamente empoderadora : escuela de escucha.

Nuestro regalo es la estrella. La luz que sólo veo cuando no hay nubes, pero que siempre está. Si no la veo, sólo debo esperar a que desaparezcan las nubes, esas que fecundan la tierra, y que nos es difícil aceptar porque parecen oscuridad. Sin ellas, la estrella formaría parte de nuestra rutina y dejaríamos de verla. Las nubes son fundamentales en nuestra travesía. Traen agua y oscuridad. Ambas imprescindibles para encontrar la luz.
Feliz Tiempo de la Manifestación de Dios.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

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