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Después de que todo el montaje navideño termina es, tal vez, el momento de recuperar el sentido de lo que hemos celebrado y de lo que se nos ha comunicado.
Es muy propio de nuestra cultura griega buscar en el léxico algún término para explicar o describir lo vivido. Y muchas veces decimos: no encuentro la palabra, no sé como explicarlo…y no coincide siempre con grandes experiencias pero sí con experiencias reveladoras que quiere decir desveladoras de algo que antes estaba velado u opaco y que despacio se me presenta más claro o más diáfano.

Todo eso se resume en el corazón creyente, buscador, con un término proveniente del griego “epifanía”: revelación, manifestación. Navidad no es una fiesta familiar, así la hemos convertido quitándole mucho de su sentido propio y profundo en detrimento de nuestra fe. No porque una celebración familiar sea mala, Dios me libre, sino porque no es el significado propio y todo el montaje alrededor de familia, regalos, comidas, de encuentros y desencuentros muchas veces vela más que desvelar su sentido auténtico.

Y digo en detrimento de nuestra fe porque la comunidad cristiana nos pone delante de nuestros sentidos un montaje si queréis, muy distinto, y al no tener tiempo ni tal vez herramientas para desbrozarlo, se pasa, una vez más y seguimos corriendo buscando sentido, dejando atrás un reguero de contenidos, de manifestaciones, de epifanías sin recoger. Eran, son, el regalo del mismísimo Dios a ti, a tu familia, a la comunidad, al Universo.

En lenguaje simbólico bíblico una revelación es una estrella, es decir, una manifestación de Dios, es como una luz sesgada o indirecta que pasa a través de lo común y ordinario de nuestra vida.

Navidad, epifanía son momentos en nuestra vida en que se nos hace un poco de luz
sobre el significado de todo, que tal vez seguimos sin entender pero empezamos a
comprender a intuir a acoger en nuestro interior.

Puede ocurrir a través de alguien que “me escucha” o alguien que nos valora y
acompaña, o alguien que con su vida, con su proyecto trae esperanza a la mía. Tal vez una circunstancia no buscada…Puede ser un encuentro con el Dios del silencio que nos habita y acompaña en la noche y de pronto su Palabra, su Presencia tenue me regala paz, renueva mi confianza, aunque siga sin entender en la noche. Es algo así eso de la estrella, como decimos “estrella fugaz”…sólo quien está atento y despierto la percibe, la siente, la ve.

Es propia en este momento de la reflexión la pregunta ¿quién o qué ha sido estrella,
revelación en mi vida, en este año que estamos despidiendo, mientras el otro empuja con ganas y con vida nueva para los despiertos?.
La conclusión sería, si algo, alguien…ha traído luz, es Dios quien te habla a través de
ello o ell@s. No dejes que sea fugaz. Es la ruta que te indica por donde ir, por donde
llegar.

Nuestra historia de salvación está llena de personas que a la luz de lo normal son
diferentes. Son mujeres y hombres que acogen en sueños o despiertos esas delicadas luces que sólo el Dios del amor puede regalar con esa delicadeza. Ella no busca deslumbrar ni interferir en tus grandes planes y proyectos. Por eso luz sesgada, tímida e indirecta porque respeta que nosotros decidamos. El amor no impone, espera.

Eso sí, si algo o alguien ha sido luz, prioriza, no lo dejes, es tu luz para tu camino. Este es el regalo de Reyes y también el nuestro, de nuestra pequeña comunidad.
Si te sirve nosotras intentamos ese camino y no digo que sea fácil pero es liberador y gozoso, acompañado de nubarrones pero siempre, siempre hay experiencias, personas, que son lámpara, por lo menos para ese tramo del camino de nuestra vida.

No se trata de propósitos, se trata de seguir la luz que el corazón inteligente te insinúa.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Un comentario en «¿Por qué revelación?»

  1. Gracias por las luces compartidas el año que hemos terminado.
    En este año que comienza, me ilusiona pensar que cada un@ compartiremos nuestra estrella y construiremos un firmamento luminoso.
    Un abrazo

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