Soy médico de familia y he pasado el COVID

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Soy médico de familia, SFCC y he pasado el COVID; he pensado que compartir mi experiencia con vosotr@s sobre lo vivido como médico, como paciente y como S.F.C.C. puede aportar un acercamiento a la situación que vivimos, desde otro punto de vista: el de la profesional que cuida y que necesita ser cuidada.

A principios del pasado mes de Marzo, aquí en España nos sobrevino de forma abrupta, demasiado rápida la infección por el virus del COVID. Teníamos noticias sobre lo que estaba sucediendo en Italia, pero no lo esperábamos así, no estábamos preparados. Una grave enfermedad que terminaría con la vida de muchas personas: miles.

Los profesionales sanitarios tenemos la responsabilidad y la vocación de cuidar a los demás, velar por su salud. Así que nos pusimos a trabajar de la mejor forma que sabíamos ante lo desconocido de este virus que nos superaba día a día. Todos formamos un equipo, tanto personal administrativo, limpiadoras, enfermería y medicina. En el centro de salud todos éramos uno, trabajamos muchas horas y días  también festivos y sin descansar. Conseguíamos que el sistema funcionase, nadie puso objeciones.

Estábamos con los enfermos y sus familias, así que nosotros, sin medios para protegernos de forma adecuada (no teníamos EPIS, y las mascarillas nos duraban largas jornadas de trabajo); pues nos contagiamos en un alto porcentaje, se estima que un 40 % del personal sanitario hemos pasado el COVID.

Todo esto seguía empeorando la situación, porque el personal enfermo no podía ir a trabajar y no había suplentes, con lo cual se sobrecargaban más el resto de compañeros. Pero allí estamos, ahora no es el momento de lamentarse, hay que trabajar; todos para todos.

Pero no solo éramos nosotros, sino también nuestras familias, que viven con nosotros y que les podemos contagiar: los hijos, los padres, esposos; los compañeros me decían que llegaban a casa y no podían darle un beso a sus hijos o a sus mujeres, maridos… cuando se ofrecieron hoteles (bastante más tarde, de lo que nos hubiese gustado para proteger a los que convivían con nosotros), hubo compañeros que decidieron no ver a sus familias el tiempo que fuese preciso para evitar el riesgo de contagiarles.

Teníamos que ser solidarios, con los nuestros y con los demás; y así se hizo.

Empezamos a tener noticias de que algunos compañeros nuestros estaban falleciendo por COVID, somos vulnerables; tod@s.

Yo, me contagié en el mes de marzo; una fiebre elevada de 41 grados junto con una tos importante, era el principio de 29 largos días de confinamiento y tener que dejar a los pacientes y compañeros sin poder ayudarles. Mi P.C.R. fue positiva, pues sí estaba enferma con el COVID.

Pasé de vivir el intenso trabajo a tener que descansar, no podía salir a la calle para nada y no tenía compra de alimentos, papel higiénico… porque había estado trabajando y no había podido salir al supermercado.

Gracias a mis vecinos, vuelvo a la solidaridad de las personas, no me faltó nada, es más me sobró comida, artículos de aseo personal….

Se ofrecían a traerme todo lo que les decía y algo más, por si acaso no se lo había pedido; hasta me hicieron la comida unos días; me la dejaban en la puerta y después abría y la cogía. Eso es SOLIDARIDAD, todos los días llamaban para saber mi evolución preocupados por mí. Se habían invertido los papeles, ahora la que necesitaba cuidados y los recibía era yo.

En mi casa, no tengo terraza y vivo en un piso interior; me dio tiempo a valorar la situación, desde el otro lado, como paciente, necesitando de los demás y agradecida a tener unos medios, veía la situación de otras personas, en otros países que no podían tener esos cuidados. Me sentía privilegiada.

Y llegó la PASCUA., tuve tiempo para estar cerca de EL, de Jesús, aceptar una cruz que a pesar de estar enferma sabía que no era nada comparable, pero me sentí más cerca de EL, aceptando lo que pasaba.

Compartimos la PASCUA, guiadas por Magdalena y Carmen, a través de medios telemáticos. Me sentí muy cerca de Jesús, tuve más tiempo para estar con EL en la intimidad; lloré con EL, no le deje solo esta vez, Oré, mucho más que en otras ocasiones, ¡¡¡ qué grande eres ¡¡¡ que cerca estás, sólo tenemos que escuchar. Este tiempo, el silencio, la oración; compartiendo con mi comunidad SFCC; agradecida, muy agradecida RESUCITAR a este mundo, en nuestro día a día, siendo solidarios, ayudando, preocupándoos de los demás, cuidando nuestra casa común, la Pachamama.

Pertenecer a la comunidad SFCC me hacía sentirme acompañada, más fuerte orando e incluso físicamente; es curioso cómo sin llegar a tener un contacto personal físico, te encuentras muy cerca. Como médico creo que debe ser que las endorfinas permanecen más en el espacio intersináptico neuronal (bueno no puedo evitar el análisis científico). Vaya la oración común: que importante esa sinergia de tod@s, esa energía común que fluye desde nosotr@s para tod@s. (ALL for ALL).

Me fui mejorando y regresé al trabajo, ahora si cabe aún más motivada, renacida con el espíritu nuevo, con fuerza para seguir adelante, ayudando a los enfermos, sabiendo que nos apoyan con sus aplausos para mostrar su agradecimiento, utilizando las mascarillas, no viendo a sus seres queridos para no contagiarles; pensando en los demás.

De lo malo (la pandemia), hemos sacado actitudes positivas (solidaridad, agradecimiento, reflexión); ésta es la grandeza de nuestro espíritu.

Ahora, continuamos trabajando con ilusión, renovando cada día nuestros conocimientos y estudio; sabiendo que entre tod@s podremos conseguirlo; confiando como lo hizo Jesús en Abba; con la fuerza que nos infunde la Ruah: ADELANTE.

Lidia Casado

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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